viernes, noviembre 21, 2008

201-La noche del arcángel


“¿Cómo hacer que acepten una idea como la del ángel? En un mundo tan apegado a lo que se toca y lo que se ve, ¿cómo encontrar las palabras justas para que quede en claro que algo tan espiritual como el ángel es una realidad concreta y cotidiana? ¿Cuál es la manera de relatar algo tan impresionante y real sin parecer un fulano que da cátedra, sin ponerme pesado con la teología, hallando las frases que sean no sólo comprendidas sino aprendidas y útiles?”

Víctor Sueiro, periodista y escritor argentino (El ángel, un amigo del alma)


La noche no se vislumbraba muy seráfica, precisamente. Eran más de las ocho y Apolonia -la mamá de la Adelantada y de la Reina, para no entrar en confusiones con tantas Apolonias mallorquinas- y yo volábamos por la carretera que une Palma con Campos después de despedirnos del jardín de Juana. Ella había tenido la idea de invitar a todos los primos Covas a una cena en su casa que es, ya lo saben, el huerto donde todos nuestros padres vivieron en Mallorca junto a los abuelos Miguel y Catalina. El celular (o móvil) de mi prima bramaba sin descanso. Su esposo clamaba indignadísimo por su cónyuge y madona de la casa. Mi primo echaba chispas (a pesar de que tiene un natural no sólo bueno sino bonísimo, justo es decirlo). Su mujer había osado hacer el convite pero por acompañarme en la visita a casa de Juanita no había dispuesto todavía la cena, y ¡estaban llegando los primeros invitados! ¡Habráse visto atrevimiento! Apolonia conducía su coche de modo tal que lo hacía parecer un batimóvil porque los neumáticos ni siquiera rozaban el asfalto y, mientras tanto, se iba poniendo colorada. Bueno, primero, colorada, después, verde, azul, violeta y amarilla. A su lado esta servidora, que vivía la situación como una Heidi 2008 pero sin su Pedro - mi Robert Wagner se encontraba en el mismo huerto de mis primos pero descansando de su ajetreada vida de turista, en brazos de Morfeo, y ajeno completamente a los apuros y reclamos de Miguel hacia su consorte a punto, admitámoslo, de dejar de serlo-; esta servidora, decía, procuraba calmar a la conductora y tranquilizar al dueño de casa al borde del ataque de nervios, explicándole que la cena estaba fríamente calculada por mi prima, que todo estaba previsto y que con que las chicas pusieran la mesa era más que suficiente.

Después de tantos dimes y diretes pacificadores, Miguel se calmó un poco y dicen los que saben que se dedicó a recibir a las visitas mientras Joana Aina y Ángela ponían la mesa y preparaban las vituallas. Dicen también que ahí fue cuando apareció mi Robert totalmente ajeno a los ajetreos y disgustos y con una expresión serena y renovada por la siestita, expresión que contrastaba francamente con el rostro un tanto ¿crispado? del bueno, bonísimo padre de las chicas.

La luna estuvo con nosotros, como en cada uno de los momentos memorables del viaje. Ya estaba gorda y redondísima como si ella también participara del convite francamente mallorquín que mis primos dispusieran para agasajarnos. Y ella fue testigo del milagro de armónica hermandad que se produjo en esa noche luego de tantos años de silencios.

Pedro, el hacedor de aljibes, con Toni y Pere, sus hijos y la preciosa María, sumados a Miguel, hermano de Sebastià, y abuelo de una nueva generación de Miqueles o Migueles y al mismo Sebastià que, acompañado por su hijo mayor, también fue de la partida, conversaban con otro de mis primos, también Miquel, el futbolista y futbolero y su mujer, Magdalena, el hilito que me unía a mi familia antes de estos tiempos. Demás está decir que fueron de la partida los dueños de casa, sus hijas y el encantador Ricardo, muy pronto condecorado por esta servidora y su gentil esposo.

El campo exhalaba sus mejores aromas esa noche. El pan, el aceite y el tomate obraban con el vino en una comunión tan especial que casi no puede contarse con palabras. La mesa desbordaba de las delicias que la previsora Apolonia había dejado preparadas sin que su esposo lo supiera. Comimos, brindamos y reímos por nosotros, por los que nos antecedieron y por los que nos continuarán, si Dios así lo quiere. Y una paz enorme colmó nuestros corazones con la alegría más serena que puedan ustedes imaginar. Después de esa noche creo que ninguno de nosotros volvió a ser el mismo. Fue uno de esos instantes que transforman el destino, o por lo menos así lo sentimos Jorge y yo, los que veníamos de lejos.

Hubo lugar también para las bromas y las risas, para el ceño fruncido de Sebastià Jaume probando su primer mate y hasta nos dimos el lujo de condecorar a dos figuras familiares emblemáticas ya que Sebastià recibió La Orden de la Lengua, una gorra stone como símbolo de su defensa encarnizada del Catalán como idioma de las Islas Baleares mientras que Ricardo obtuvo la ya sabida Orden de la Pava por ser el único aficionado al mate que hemos sabido conseguir hasta el momento.

La noche terminó con música. Un duelo de ximbombas y canciones entre el mayor y el menor de mis primos nos alegró la despedida pero el que dio el remate al duelo fue el mismísimo Jorge que sintiéndose ya todo un mallorquín hecho y derecho se animó a tocar ese instrumento tan típico y lo hizo con absoluta probidad, reconozcámoslo, como para dejar bien alta la imagen rioplatense en materia de expresiones instrumentales mallorquinas.

Imagino que a esta altura los lectores se estarán preguntando el por qué del título y prolegómeno para esta crónica ¿verdad?

Si no han agotado, mis queridos lectores, sus neuronas ya inflamadas con tantos nombres repetidos, quisiera hacer una observación a ese respecto haciéndoles recordar que unas cuantas crónicas atrás (mucho antes del viaje) me referí al Arcángel Miguel como indudable protector de nuestra familia “amiquelada”. No en vano hay cuatro de ellos en una misma generación, ¿no creen? Porque a los Miqueles mallorquines, hay que agregar un cuarto (y Miguel …¡Ángel!) argentino, por si tres no fueran suficientes…

Sepan que me cuesta mucho deshilvanar este tema porque temo parecer deschavetada pero estoy segura de que el consabido Arcángel se hizo presente allí en el huerto. Cuando sostuve que era el responsable de esta nueva etapa de mi vida, decía lo correcto y lo sostengo. Él tiene que haber revoloteado entre tanto tocayo en esa noche. El amor, la paz, la unión y la alegría fueron los dones que pidió al Padre para todos nosotros, no lo duden. Y ahora viene lo mejor, o lo que quizás me otorgue categoría de chalada, pero no me importa, llevaré el estigma con la dignidad del que dice su verdad de a puño.

¿Tienen idea los lectores del tema de los orbes? Se llama orbes a unas esferas de luz que son captadas por las cámaras fotográficas en algunas oportunidades. En general se ven más en la fotografía digital. Hay quienes dicen que esos orbes son granos de polen, gotas de rocío, una lente puesta de determinada forma. Están también quienes opinan que los orbes son nuestra propia energía o (ésta es mi versión preferida) espíritus angelicales que quieren acompañarnos. Pues vean los lectores las dos fotografías con las que remato esta crónica y díganme rotundamente que no puede ser el Arcángel Miguel el que eligió participar junto a nosotros de ese momento inolvidable.

Cati Cobas

Epílogo: Por supuesto cada uno es dueño de pensar lo que quiera del visitante luminoso. Sólo espero que no me internen en ningún manicomio. Pueden ampliar las fotografías picando en ellas para ver que no se trata de la luna u otra cosa parecida y por otra parte, dejo constancia de que las dos fotografías fueron sacadas por distinta cámara.

Además, para que los lectores duden más acerca de mi buen juicio, les cuento que aquí no ha terminado el tema "orbes" para mi familia paterna, sino que continuará en próximas entregas. A los miembros de ella que me leen, sepan que todavía estoy en mis cabales, pero eso sí, absolutamente impresionada y que no dije nada hasta ahora porque descubrí estos "globitos" hace menos de una semana, cuando intentaba armar un video para ustedes pensando en que tal vez, aunque no estemos presentes los primos argentinos, los mallorquines puedan brindar por todos, mirando el video armado en Buenos Aires sobre nuestro reencuentro, con motivo de las fiestas que se acercan. Espero que si se fotografían confirmemos que nuestro arcángel protector continúa bendiciéndonos...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Mi padre: dice que si tu trajistes estas "cosas", espera que te las hayas llevado, pq li fan poooooor

Mi madre: que aún se rie de lo bien que se lo pasó por el camino. Que si los angeles, son los angeles de la risa que pasó, que bienvenidos sean

JoanaAina: está haciendo fotos como una loca descambuixada buscando ángeles por todos los rincones, y por cierto, ha pillado a uno. Y yo le comentado que a mi me daba cosa ir al baño, desde que sé de su existencia, y ella me comenta que a lo mejor sin ellos no podría ir....que tal vez sean laxantes. A partir de aquií, la conversación está degenerando cada vez más.

Y yo: bueno, tú ya sabes lo que opino...


Lo que sí podemos decir todos, es que para nada creemos que hayas perdido la chaveta, y que te queremos un montonazo.

Besitos de toda la familia

Angela

Mª Ángeles Cantalapiedra dijo...

fANTÁSTICO cATI...