martes, septiembre 11, 2007

145-Mates separados


(Dedicada a Catalina Covas Adrover, mi prima homónima, que me lee desde Suiza)
Foto manos materas, gentileza de Paqualino Marchese

Invierno bravo el de esta Buenos Aires 2007. “El año de la nieve” para varias generaciones de argentinos. Y, si me permiten, el año en que los resfríos y las gripes ofrecieron a los laboratorios farmacéuticos una oportunidad única para obtener ganancias superlativas a costa de argentos apéndices nasales goteantes y rioplatenses gargantas ásperas y doloridas. Se está tosiendo tanto en mi ciudad que en los colectivos uno ya puede distinguir claramente a los hipocondríacos, porque apenas alguien comienza a hacerlo a su vera, se los ve huyendo, despavoridos, hacia otra área del vehículo, mientras miran al “tosedor” de abajo hacia arriba con asquito indisimulable. Como si los miasmas pudieran evitarse dentro de la cápsula ambulante que el vehículo público implica.

Los Cayian no hemos podido sustraernos totalmente a esta epidemia. La única que viene sorteándola es quien esto escribe, hecho que adjudico a que las bacterias no deben ser afectas a las crónicas cibernéticas, prefiriendo, tal vez, las fauces de escritores consagrados. Pero es evidente que algunos arquitectos complacen a los virus porque mi pobre marido ha sido víctima de ellos en varias oportunidades durante los últimos meses. Y este hecho nos ha permitido la creación de una flagrante contradicción a la esencia misma de nuestra bebida nacional: hemos tenido… ¡mates separados!

La verdad, estamos un poco avergonzados de confesar tamaña felonía, sólo justificada por el intento de evitar una gripe de órdago. Emplear mates separados es pervertir su mismidad. Lo mejor que tiene nuestro mate es el compartir, el ir de mano en mano y de boca en boca sin pensar demasiado en las pestes y las caries del compañero de ronda. Los visitantes nos han acusado, desde siempre, de antihigiénicos, pero para la gran mayoría de nosotros es casi inconcebible prescindir de él. Es más, me atrevo a decir que cuando un habitante de esta tierra, adulto, dice que no toma mate, es pasible de ser contemplado como un “finoli” o un “engrupido” auque no lo sea (en general, la excusa para no compartir mate y bombilla es la mentada “acidez”, pero casi nunca el “yo no tomo”, picardía criolla para evitar conjeturas en el convidante). Fíjense si esto del mate será importante en este suelo que “mate”, en lunfardo, es la cabeza. “Estar mal del mate” es estar “colifa”, “chiflao”, “deschavetao”, vamos. Y aunque existen detractores que culpan a nuestra costumbre de su insomnio, no hay nada para reconciliarse como ofrecer un matecito. Porque aún cuando uno puede estar ofendido con alguien, “un mate no se rechaza jamás” y puede dar pie al “empecemos de nuevo”, eso seguro.

Aclaremos, aunque para algunos oscurezca un poco, “mates separados”, nuestra alta traición a la argentinidad consiste en dos mates, dos bombillas y una pava. “Pava” o termo, jamás tetera, jarra o ningún otro recipiente. La “pava”, omnipresente en las cocinas argentinas de cualquier clase y condición social, forma parte del rito tanto o más que el “mate” mismo, la “yerba” y la bombilla.




Dice Pasqualino Marchese, en su página completísima sobre este tema cuyo link figura al pie de esta crónica, así como en las “Páginas de mis amigos”:“El mate es una bebida similar al té que se consume principalmente en Argentina, Uruguay, Paraguay y sur de Brasil. Se elabora a partir de las hojas y tallos secos del árbol perenne Ilex paraguarensis y se le da el nombre de "yerba mate". El nombre "mate" deriva de la palabra quechua "matí" que significa vaso o recipiente para beber. El nombre científico Ilex paraguarensis le fue dado por el naturalista y botánico francés Auguste de Saint Hilaire en 1822. El árbol crece entre los paralelos 10° y 30° (sur) en la cuenca de los ríos Paraná y Paraguay. Es una planta tropical y subtropical que necesita altas temperaturas y humedad y hasta 1500 mm de lluvia anual. Se producen unas 500.000 toneladas de mate al año.” Y agrega, para que comprendamos cómo se prepara y consume, el relato de J. R. Poinsett, un viajero estadounidense, en su Diario de Viaje a Río de Janeiro, Buenos Aires y Chile. 1810-11: “ ...el mate, así llamado por la calabaza en que esta bebida se presenta siempre. Es una infusión de hierba del Paraguay, que es de un gusto amargo y acre. Esta infusión es endulzada, y a veces se le agrega un poquito de canela y de corteza de limón. La calabaza, o mate, se coloca sobre un soporte de plata, y el líquido es absorbido a través de un tubo de plata, provisto en su extremidad inferior de un ensanchamiento globular, todo perforado por pequeños agujeros para evitar que alguna partícula de la hierba pase por él. El mate es el lujo de los ricos y el solaz de los pobres. Lo beben apenas se levantan de la cama por la mañana y después de la siesta, por la tarde, y a menudo se deleitan con él durante el día.”

Debo confesar, amigos, que esta experiencia de los mates separados ha sido muy molesta. Una cosa es “cebar” siguiendo el orden de la ronda, compartiendo la espera con la charla y la reflexión, o con una buena disputa mateada, y otra, andar repartiendo agua en simultánea. Se pierde el compartir, el esperar que el otro nos devuelva el mate el encontrarse en esas manos juntas, tan semejantes a las que aparecen en nuestro Escudo. (A propósito, sin pecar de irreverente, a veces pienso que las manos unidas en torno a la pica que sostiene el Gorro Frigio en nuestro Símbolo Patrio, con claras reminiscencias de conflictos y dificultades, tendrían mucho más sentido en la unión a través de un mate calentito). Volviendo a los mates separados, con ellos se llega a hacer un enredo de “¡No me serviste!” y “¡Me diste dos seguidos!” que resulta más complicado que optar por un candidato en las elecciones que se avecinan.

Por eso, Los Cayian hemos resuelto que nunca más, por mucho que las gripes nos amenacen, volveremos a implantar esto de separar los mates. Hemos comprobado, en boca propia, que es mil veces preferible un buen resfrío compartido antes que esta experiencia tan contradictoria y tan antinacional.

Cati Cobas

Pascualino Marchese y su página completísima sobre el mate en
http://pasqualinonet.com.ar/el_mate.htm

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Moltes de gracies per sa dedicatoria. Esper que un dia compartirem un mate.

Anónimo dijo...

I jo també, Catalina! Na Cati a Bons Aires