martes, diciembre 13, 2005

56-¿Se llama Jeremías?


Ficticia y Sensibilidades
26 de Julio de 2004

Créanlo o no, el Gobierno de mi Ciudad respondió a la crónica.
Y Algopacomé fue buscado y, aparentemente, lo encontraron.
Dos de mis lectores (un lector, pero, sobre todo, una lectora) silenciosos hicieron las veces de paloma mensajera, y remitieron la reseña a la oficina pertinente.Algopacomé se llama Jeremías, no Martín, y vive en la calle desde hace seis años de los catorce con que cuenta. Ergo, poca solución hay para su caso, porque no desea ser cobijado, quiere continuar su vida así como es y nada más. Deberé resignarme y caminar con diarios bajo el brazo, para cubrirlo de los cero grados, cuando un arranque maternal me invada.
Una entidad que se ocupa del tema, procurará seguirlo y ver si lo convence de otra vida, pero poco puede hacerse. Burocracia, eterna burocracia. Me estruja el corazón pensar en los cientos de Martines y Jeremías arrojados a la calle, por la marginalidad y la miseria material y moral de los que le dieron la vida y no puedo encontrar nada que ponga la sonrisa de rigor en mis modestas crónicas.
La impotencia me invade y sin embargo, trato de recuperar la esperanza en el género humano.Mi lectora silenciosa es la responsable de eso. Ha dispuesto de su tiempo tan valioso para seguir con el tema hasta lograr una respuesta, y eso tiene un valor incalculable. Y, por otra parte, alguien trató de responder a su pedido desde la oficial esfera.Eso, sólo eso, rescato: todavía hay gente que puede pensar en el otro y conmoverse. Todavía hay personas dispuestas a entregar un cachito de vida, por la vida de un chiquilín que pide “algopacomé”, y duerme, cubierto por el diario La Nación, una mañana con varios grados bajo cero, en esta enorme, globalizada y cada día más dura, ciudad de los aires presuntamente buenos.

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