martes, diciembre 13, 2005

18-Argentinos: ¡A las olas!



Ficticia

13 de Enero de 2003

Ortega y Gasset nos envió ya hace mucho tiempo, a las cosas.
Y buenos porrazos nos hemos dado muchos por no hacerle caso.
Como ya les relaté en otras crónicas hay argentinos de muchas variedades, pero de la que puedo hablar con mayor propiedad es de la clase que yo denomino “jamón” y está en el medio. En el medio de un bote que no termina de tomar el rumbo.
Un día, florecemos de esperanza, y al siguiente, no vemos ni una mortecina luz al fin del túnel.
Por lo tanto, y, dado que es verano, y todo está aquietado, los que todavía no pasamos de jamón a pan de abajo, hemos decidido hacer un alto en el camino y huir despavoridos a cuanto lugar de veraneo quede al alcance de la nueva cotización de nuestro mortecino peso.La filosofía para justificar la decisión es la siguiente: ¿En qué va a variar mi situación el que me tome unos días de vacaciones?
Los desocupados e indemnizados, con algo de la indemnización, los que aún tienen trabajo, con lo que han podido separar de sus ingresos, o haciendo temblar la tarjeta de crédito, el hecho es que por estas fechas nuestras playas están infestadas de bañistas.
Y las sierras de Córdoba y los Lagos del Sur y las Cataratas del Iguazú reciben a diario multitudes.Hay una Argentina que es como la cigarra en la canción de María Elena Walsh…parece que muere, pero resucita, de algún modo, aunque sea atada con alambre, resucita.
Dicen los que saben que Mar del Plata no había sido vista así en los últimos diez años…¡Mar del Plata! Sólo nombrarla me hace transpirar un poco menos con estos treinta y tres grados que calcinan la desolada Buenos Aires. Sueño con esa abigarrada multitud que se desborda por la peatonal San Martín en las noches de verano, con la luz cristalina de la Rambla flanqueada por dos lobos marinos, a los que cualquier argentino que se precie, llama focas desde tiempo inmemorial.
Me imagino en La Bristol, contemplando a las hordas mate y factura en ristre, con la nona portando la heladerita mágica, de la que brotan a la hora del almuerzo milanesas, huevos duros y unas albóndigas de rotisería que no se pueden creer.
Ya estoy viendo al papá que arrastra la sombrilla, las reposeras, la colchoneta inflable, el flota- flota, y los nenes, sobre todo los nenes que no tienen nada que envidiarle a las milanesas de la abuela, amén de su mujer que rebuznando lo sigue, mientras se pregunta por qué consintió en alojarse en el hotel del sindicato.
Mi mente acalorada no cesa de crear imágenes: muchas colas “less” forjadas en horas interminables de gimnasio en Valentín Alsina y celulitis, mucha celulitis en jamonas asumidas, envueltas en batón floreado.
Después voy en mis sueños hasta Playa Grande, donde la gente paqueta, pan de arriba, veranea y goza de las mismas aguas heladas que los concurrentes a la Bristol, sólo que con elegancia y savoir fair: carpas y burako, niños rubios y señoras elegantes y delgadas acompañadas por señores que bajan a la playa un ratito, porque el Golf o el almuerzo en el Ocean, los espera.
Más allá están mis playas, las de Punta Mogotes, multitudinaria fusión de la Bristol y la Grande, donde tanto he visto correr a mis hijos tras las olas. Dicen que están renovadas sus instalaciones. Muero por verlo. Pero debo continuar un tiempo mas sin contemplar el mar bravío, sin esas tardes de viento que tanto me hacen enojar cuando las vivo y ahora me parecen un paraíso inalcanzable.
¡Y las noches! Esos cielos estrellados, las interminables caminatas por la costa, aquella parrillita de la calle Güemes, los alfajores, la caminata en busca de algún suéter que nos recuerde en el invierno nuestro paso por La Perla del Atlántico, denominación cursi si las hay. Y el puerto, los museos, y los cines y teatros, y el Casino...
¡Ay! ¿Qué hago aquí frente a esta computadora?
-Hola, Jorge… ¿Creés que te echarán si pedís unos días en enero?
-Total, nada es seguro por estos días-¿Los chicos? Ya están preparando las valijas.
-Y bueno, la tarjeta la cubrimos en tres cuotas.
Amigos, debo dejarlos, voy a ver si la malla del año pasado está en buenas condiciones porque con la crisis deberé repetir el modelito y debo apurarme para dejar a mi madre y a su gata a buen recaudo.
Pronto, si Dios quiere, les regalaré una crónica en vivo y en directo.
Más fotos en http://mardelplata.8k.com/ Fotos a 360º

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