sábado, diciembre 10, 2005

5-Se me achicó el jabón


Ficticia

13 de Septiembre de 2002

La mishiadura tiene efectos mágicos. ¿Sabían?
Agranda el hambre pero achica los objetos.
Una mañana, al levantarme, fui a reponer jabón de tocador en la jabonera del baño. “Se me achicó el jabón”, pensé, al verlo diminuto, reducido a la mitad.
“No”, me dije, “debe parecerme”… y lo atribuí a mis ojos dañados por la presbicia cincuentona.Más tarde, el kiosko. “Déme una barrita de cereal”, pedí. Casi me muero al hincarle el diente: la tal ingesta se había reducido en un cuarto de su longitud. Creí que deliraba.La confirmación de mi salud mental y óptica la hallé, para variar, en los anaqueles. ¿De las bibliotecas, dirán ustedes? Pues confesa soy, roedora de las mismas. No, qué va, los anaqueles del supermercado me dieron la clave.
Ahí comprendí que no eran David Copperfield, ni Emmanuel o el fenecido Fu Man Chú los responsables de la menguada dimensión de los objetos.
Era la economía de mercado, que se imponía una vez más con rigurosa lógica, para hacernos conformar con esos mini shampús, galletitas y jabones la machucada almita de ex consumidores de mini ex clase media.
Motivada por el taller ficticiano en la Marina, pensé a continuación: ¿Estarán menguando las capacidades amatorias de los muchachos argentinos al compás de los envases? Pues parece que si.
En otra les comento.

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