miércoles, abril 02, 2008

166- ¿Se rematan ilusiones*? (Caticrónica para un 2 de abril)

Hoy es 2 de abril. Hace veintiséis años se produjo la toma de las Islas Malvinas, que desembocó en una guerra tremendamente dolorosa. En aquel momento no festejé la toma de las Islas, mientras miles de compatriotas celebraban en la Plaza de Mayo. Mi sentido común me decía que era una batalla demasiado desigual para que pudiéramos ganarla
Pero, una vez instaladas nuestras tropas, yo, que no celebré la toma, viví, como todos, el deseo de no perderlas, de que esos soldaditos (ahora sabemos mal pertrechados) fueran un equivalente de San Martín o de Güemes. Yo, que no celebré la toma, junté ropa de abrigo, y envié chocolate con cartitas y lloré cuando nos hundieron el Crucero General Belgrano. Las fuerzas estaban demasiado desequilibradas. Nos derrotaron. Era lógico. Muchos medios de comunicación en este día hablan de que en estos tiempos globalizados no vale la pena seguir discutiendo por las Islas. Y cuesta enormemente que los ex-combatientes reciban de su pueblo el respeto que merecen. Es en estos casos cuando mi espíritu de contradicción se agiganta diciendo: ¿Por qué debo renegar de todo eso?

Digo yo: Si no vale, ni valió la pena… ¿Por qué los ingleses no nos las devuelven y se dedican a “globalizar” por su casa, en vez de pescar y buscar petróleo en ellas, accediendo a nuestra zona de exclusión? ¿Por qué “Misia Margarita” condecoró al "general Pinocho", en agradecimiento por los importantes servicios prestados por su nación a la “Rubia Albión”? Por qué los países “desarrollados” pelean a brazo partido por conservar su identidad y territorio y, si pueden, vienen a comprar el nuestro?

No voy a analizar hoy la forma de detentar la autoridad, ni la representatividad de quienes en aquella época nos gobernaban. Yo vi a nuestra gente emocionarse con una decisión que podía estar lejos del espíritu patriótico que se le adjudicaba, pero que reflejaba el sentir de los ciudadanos de aquel tiempo. Malvinas era “La hermanita perdida”. Era argentina por geografía, por historia, porque habíamos dibujado la silueta del archipiélago en miles de mapas, y nos dolía la intromisión del invasor. Tanto, como la actitud de quienes presidían el hermano país tras-cordillerano en aquella época, y no tuvieron reparos en colaborar con nuestro enemigo de la manera más abyecta.

Hoy, veintiséis años después, me niego a aceptar que se diga que “por un pedazo de tierra que no vale nada” dejamos morir a nuestros hijos. No puedo siquiera permitirme ese pensamiento que se está enquistando en la mente de nuestra gente como una manera más de dejarla en cueros. Escucho en la radio programas conmemorativos y el lugar común es el que antes menciono: “no debimos intentar luchar por lo nuestro”. Nada vale la vida de un solo argentino. Ni siquiera “la patria”, la Bandera, el ser nosotros mismos.
Próxima a entrar en la categoría de sexagenaria -me falta solo un año-, sostendré hasta la tumba que las Islas Malvinas (que no Falklands) fueron, son y serán argentinas. Tanto como el mate y el dulce de leche, tanto como el tango y la chacarera. Y que sería bueno, en un día como hoy, darle las gracias a quienes lucharon por defenderlas, incluidas las familias de los muertos en combate. Pocas cosas hay más duras que sentir que se luchó o se dio la vida para nada, sin sentido alguno.

Soldado argentino: yo te honro. Aunque el destino te haya sido impuesto, lo asumiste con responsabilidad y con gloria.
Te honro, y te doy gracias, porque deseo, de todo corazón, que mis hijos entiendan que hay cosas por las que sí vale luchar: la dignidad de pertenecer a una tierra tan hermosa como la nuestra y honrar su azul celeste y blanco, no solamente en un campo de fútbol o en un ring; la dignidad del educarse y actuar “como se debe” y no “como conviene”; la dignidad de elegir quién nos gobierne y respetar y hacer respetar al que gobierna, aunque no haya sido el elegido por nosotros.

Soldado malvinero: yo te honro, porque a poco tiempo de cumplir mis primeros sesenta años, me niego a ponerle bandera de remate a las ilusiones que aun conservo.

Y no me importa que me digan “aburrida”, “vieja”, “densa” o “perimida”. Quiero hundirme en la muerte como los viejos árboles: de pie, y con la esperanza de que merece la pena pelear por un ideal casi inalcanzable como el que te tocó en suerte defender.

Cati Cobas

Nota: "Se rematan ilusiones" es una película sobre pioneros en el Delta Argentino cuya ficha dejo a continuación:
Se rematan ilusiones (1944)


Dirección: Mario C. Lugones
Guión:
Wilfredo Jiménez con la adaptación de: Francisco Oyarzábal
Fecha de Estreno:
28 de abril de 1944
Intérpretes:
José Olarra
Tito Gómez
Miguel Gómez Bao
Virginia Luque

5 comentarios:

Joan Antoni Estades ds Moncaira i Bisbal dijo...

Seguramente habrá más de dos, lector o lectora, de este escrito que le atribuirán simpatias para con la Dictadura Militar que derrocó a la Viuda del General Peron. Allá ellos y allá nosotros con nuestras consciencias.

Las islas Malvinas al igual que el Peñón de Gibraltar forman parte de nuestra historia secular.
¡ Malvinas argentinas ! ¡Gibraltar Español!
Y al que no le gusta que hi posi floquets

CATI COBAS dijo...

Moltes gràcies, Senyor de Moncaire!

Si el lector lee bien el texto no podrá atribuir de ninguna manera simpatías "golpistas". Sólo reivindicativas de lo que es nuestro.

Un cordial saludo y gracias por la lectura, nuevamente.

Cati Cobas

Lola Bertrand dijo...

Bueno , parece que habeis estado leyendo el pensamiento: con el Peñón de Gibraltar nos pasa lo mismo y mira que llevan años los ingleses.
Recuerdo perfectamente la guerra de las Malvinas que en aquellos tiempos me parecía que estaban en el fin del mundo ---¡ quín me iba a decir a mí que terminaría ligada a ese país por sangre y por sentimientos.
Me gusta leerte Cati.
Abrazos desde este lado del mar.
Lola

RosaMaría dijo...

Maravillosa crónica que me llegó al alma. Recuerdo a mis alumnos de Actividades Prácticas, tejiendo para enviar bufandas y gorros, recuerdo el homenaje emocionado con mis alumnos de música cantando La Marcha de las Malvinas, en fin cuánto dolor en las familias argentinas que hacen que este homenaje tuyo sea merecido y que tiene que ser reiterado. Tomaré nota de la película para ponerla en mi blog y te pido permiso para copiar esas estampillas (sellos en España) tan representativas.
Un abrazo solidario y cariñoso: Rosa

RosaMaría dijo...

En mi blog de relato tenés un mimo de amiga para tu blog. Besos