jueves, diciembre 28, 2006

112- ¡Otra vez el Pionono! (Caticrónica gastronómica)



…Y llegaron “las Fiestas”, que en mi tierra se celebran perfumadas de jazmines y con un calor húmedo que llega a embotar el entendimiento y los sentidos.Llegaron, repito, y con ellas la sensación de que si nuestro estómago supera los avatares decembrinos es capaz de superar cualquier vicisitud que se le presente en el 2007 (elecciones incluidas).

Sucede que, por ser un país con un elevado porcentaje de habitantes que han descendido de los barcos, nuestra mesa por estos días en que la crisis comienza a ceder, cobra pantagruélicas dimensiones de carácter internacional, las que varían según de dónde provinieran los ancestros de quienes comparten plato y mantel.

Veamos, si no, a guisa de ejemplo, lo que sucedió el 24 de diciembre en casa de Doña Juanita. Aclaremos que Doña Juanita es mi suegra, nacida en Trescore Cremasco, cerca de la ciudad de Milán hace como ochenta y seis años (pero viuda de Carmelo, un argento ítalo-armenio). Digamos, además, que Juanita y su hija Silvia, ¡mi cuñada!, son, desde hace treinta años, las anfitrionas familiares en Nochebuena, mientras que a mí, “la gallega”(en realidad argentina de segunda generación, con origen mallorquín) me corresponde el honor de abrir las puertas de mi casa el 31 de diciembre.

Pues bien. Cuando de componer el menú se trató, mi suegra, que dejaría al Cardenal Samoré* hecho un poroto, le dijo a cada una de sus nueras: “traé lo que quieras, nena”. Por lo cual, nuestra mesa navideña contó con un menú salado que fue desde los matambres, al lejmejum, pasando por los huevos rellenos (causantes de varios ataques al hígado en porteños que no miden que esas minúsculas porciones equivalen a un año de ingestas de peligrosos lípidos, ya que los dichos huevos son un "clásico"por aquí), así como el infaltable "Pionono" -arrollado agridulce de masa relleno con palmitos huevo y mayonesa-. (Vaya a saber, digo yo, qué hizo el Papa Pío IX para quedar inmortalizado en un arrollado...).

Lógicamente, terminamos con una acidez como para consumir toda la producción de Alka Seltzer de la República Argentina. Pero… ¿Cómo le íbamos a hacer el desprecio a tanto generoso aporte de ribetes internacionales? Conste, además, que la pionera de estas actitudes devoradoras fue mi mamá, que habrá perdido el habla pero conserva el diente, y dio buena cuenta de las vituallas, ignorando por completo el colesterol y la presión así como poniendo cara de: “Mi hija me censura, ¡defiéndanme!” cada vez que yo la miraba en un intento de poner coto a su voracidad. Agreguemos que Doña Aurora se sintió acompañada en su actitud por la mayoría de los presentes los cuales parecían no haber comido desde la caída de De la Rúa.

…Y todavía faltaba “lo dulce”
En ese rubro hubo de todo: pan dulce milanés, budín frutado al estilo Nápoli, helado, fruta seca y turrones españoles así como Baklava (dulce hojaldrado y almibarado de origen oriental relleno con nueces), por lo que no fue difícil encontrar a los hombres de la familia en un beatífico estado de catalepsia post-prandial que se prolongó hasta altas horas de la noche. (Y conste que las “borracheras” de la familia son sólo de carácter alimenticio, porque todo lo antedicho se regó con…gaseosas varias (aunque no lo crean).

Aclaro que, así como en mi Nochebuena hubo una combinación de sabores con ribetes paranoicos, en todas las casas argentinas ocurre algo parecido y, mientras en una se come pulpo a la gallega con treinta y cinco grados a la sombra, en otras, “le dan” al lechón o a la pavita prolongando en nuestro suelo las viejas costumbres ancestrales.

Al analizar todo este tema de las comidas y “las Fiestas” se me acaba de ocurrir que, tal vez, dentro de muchos años, cuando los argentinos que migraron a Europa con la crisis celebren Navidad con sus hijos, servirán en su mesa navideña una sabrosa y criolla parrillada, acompañada por empanadas y tinto mendocino, que les caliente el alma en los sabores que quedaron allá atrás en la nostalgia.

Y hago constar, por si mis futuros invitados el 31 de diciembre leen esto, que he decidido servirles solamente vegetales y alguna que otra fruta fresca para recibir el 2007 bien livianos y sin indigestión alguna, aunque clamen por la paella a la que estaban acostumbrados desde hace tanto tiempo.

Cati Cobas

*Un cardenal que intervino en el litigio entre Argentina y Chile por los hielos patagónicos.

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