sábado, marzo 11, 2006

84- Titiritero de almas (Caticrónica sobre Alberto Migré 12/9/1931-10/3/2006)

Foro Iceberg Nocturno

No me da vergüenza hablar de "almas" en el título de esta crónica, aunque para algunos intelectuales esa palabra tenga connotaciones absolutamente cursis. Y precisamente, "cursi" fue uno de los adjetivos que más debió soportar Migré como calificativo para el género al que se dedicó como escritor: la telenovela. Sin embargo, fue el mejor autor de teleteatros de nuestro país, integrando una trilogía digna de cualquier podio junto con Nené Cascallar y Celia Alcántara.
"Menor y popular" fueron los otros calificativos para un género que alcanzó, en su momento y de su pluma, a todas las extracciones sociales a través de la televisión, y marcó, para siempre, a mis coetáneos, tanto hombres como mujeres, con sus entrañables personajes. Gentil, apasionado, cálido y buena gente se dedicó a pintar nuestra sociedad y sus costumbres, en sus historias de amor, en seres de carne y hueso, vivos, tangibles, con sus pasiones y odios, con sus ternuras y complicidades, hablando nuestro lenguaje sin caer en groseras chabacanerías, y siempre ubicados en lugares concretos, en los barrios de Buenos Aires, al alcance de la mano. Migré, que debía ser un gran observador de los espíritus de sus conciudadanos, había, sin duda, encontrado las claves de un género que en sus manos adquiría dimensiones de obra de arte. Y lo digo con todas las letras, aunque algunos no lo sientan de ese modo.
A través de él conocimos poemas de Neruda, Julia Prilutzky Farny, Jacques Prévert y de Antoine de Saint-Exupéry. De su mano, transitamos una Buenos Aires con códigos y decencia, buen gusto y saber decir que actualmente no se encuentra con facilidad en la pantalla chica. Todas sus criaturas tenían alma. Pequeños detalles, tics sutiles, filosofías propias que los definían, y nos hacían sentir parte de la historia. Y los actores, por él elegidos con un ojo clínico admirable -prácticamente todos integran la lista de reconocidos por su público a partir de haber encarnado alguna de las almas de este titiritero- dan fe de lo que digo. Son tantos los títulos, que elijo tres para muestra de mi afirmación: "Piel naranja", "0597 da ocupado" y la obra cumbre del género: "Rolando Rivas, Taxista". No hay una "muchacha" de mi edad que no haya soñado en toparse alguna vez con él a la vuelta de alguna esquina, aunque a muchas el pudor no permita confesarlo.
La hiedra en la casa de Mónica Helguera Paz (encarnada por una Soledad Silveira casi niña), el gran amor de Rolando Rivas (aquel chofer de taxi varonil y tierno en la piel de García Satur), puede verse, todavía, en las calles de Caballito, y cada vez que subo a un taxi conducido por una mujer, guardo la secreta esperanza de que Magoya (el inolvidable personaje interpretado por Beba Bidart) me pregunte a dónde voy, con su voz cascada y tanguera.
Los buenos titiriteros saben manejar los hilos de la historia y envolvernos en ambientes distintos a la realidad, pero llenando nuestra vida de ilusión y de elegancia. Eso hizo quien hoy se despide de nosotros. Pero debe saber, allá donde esté, que quienes lloramos y reímos con su trabajo, quienes soñamos con ese gran amor a la vuelta de la esquina, no lo olvidaremos nunca.
Nota extractada, junto con la foto, de la página al pie
"Cómo atrapar televidentes, según Alberto Migré":
1. Contar historias que rescaten nuestra cultura y nuestraidentidad.
2. Dar realismo y velocidad a las escenas con el empleo de lacámara al hombro.
3. Manejar bien la relación autor-actor.
4. Permitirles a los personajes que sueñen.
5. Elegir buenos actores.
6. Crear acertadas combinaciones entre personajes.
7. Tener buena relacion entre el productor y su equipo.
8. No copiar telenovelas de afuera.
9. Saber que un libro de televisión es una pequeña piezaliteraria.
10. Elegir bien los títulos. No excluir a los hombres.

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