jueves, noviembre 16, 2006

108- El tenedor en la mano…(Furibunda crónica de refranes, conversiones y decepciones laborales)



"A mi nunca me fue mal, me fue peor.
Si algún día, por milagro, llueve sopa,
en lugar de una cuchara o una copa,
en mi mano tendré siempre un tenedor".

"Malos negocios" - Tango
Letra y Música: Ignacio Copani

.........


“Pero me encanta ser argentino,
es mi destino,
no lo elegí…”

“Los argentinos”- Ignacio Copani


Mujer posmenopáusica, esposa, madre, hija, argentina y arquitecta... ¡Es demasiado!
Llevo ciento siete crónicas contándoles los gauchos “choriceros”, las bellezas de mi barrio y mi ciudad, mis avatares familiares, mis coloquios vecinales y mis intentos pictórico-didácticos en estos años que van desde el momento en que la crisis nos dejó el alma machucada y el bolsillo vacío hasta este hoy en que pareciera que las cosas mejoran lentamente; pero lo que tengo para contarles es el colmo. ¡Y pobre del que me diga que exagero!

Segunda generación de argentinos descendientes de los barcos, fiel exponente de la clase medio-media formada en la Universidad de Buenos Aires, contribuí al sostenimiento de la economía familiar con el mismo espíritu de mis abuelos: ladrillo a ladrillo y sin bajar nunca los brazos.

Hasta que llegó “El Capicúa” me ganaba la vida haciendo remodelaciones y diseño de locales comerciales para otros como yo (clase medio-media con más ganas, que divisas) y me iba bastante bien por cierto. Pero con MENEM, algunos de mis clientes enriquecieron de golpe, y sus comercios fueron decorados por arquitectos impuestos por las marcas globalizadas que vendían, mientras que otros fueron empobreciendo, y ya no pudieron darse el lujo de contratar un profesional o, en muchos casos, ni siquiera de remodelar algo.

Cuando el corralito se quedó con nuestros ahorros (también eso), decidimos con mi marido “poner el pecho” y apostar al “micro-emprendimiento y la reconversión profesional”. Ahí intentamos defendernos con una casa vieja que compramos con los ahorros “pesificados” por el banco, a la que arreglamos con nuestras propias manos, y comencé con el taller de enseñanza de artesanías “Una puerta al sol”. Mucha parafina y velas el primer año, ya que todas las mujeres porteñas decidieron, al unísono, que su futuro era la quincallería. Muchos muñequitos y cajitas pintadas y un grupo de alumnas bastante significativo que venía con la esperanza de que las artesanías fueran una solución para la falta de trabajo y la desocupación pero terminaron, frustradas, en el Club del Trueque.

Ahora está volviendo - a Dios, gracias- el trabajo genuino a esta tierra bendita y con él sólo quedan en el taller las alumnas cuyo deseo es “ser un poco artistas”, con lo cual: la puerta al sol debió entornarse.

Pero me dije: Cati: “no te des por vencida ni aún vencida” (así recitaba el abuelo Marcial leyendo los rotograbados de La Prensa), y me dediqué a practicar Autocad, el programa de computadora para dibujar planos. Todo este año practiqué hasta que mis neuronas comenzaron a modernizarse. Un golpe de suerte hizo que se acordara de mí un ex jefe cuyo hijo, arquitecto también, pero más joven que yo, se dedica a construir edificios de departamentos en propiedad horizontal amparado por el “boom” de la construcción en la Ciudad de Buenos Aires.

¡Estaba “chocha”! Fernando -así se llama mi joven “empleador”- no hizo objeciones a mi persona, ya que me conoce “de joven” y consideró que le vendría bien contar con mi colaboración en la próxima obra a realizarse…¡En el Barrio de Caballito!

Mis lectores hispanos pensarán que por fin he tenido un golpe de suerte y, que, de ahora en más podré retomar mi profesión como corresponde. Pero los criollos habrán comprendido inmediatamente el título y subtítulo de esta crónica porque ayer salió en todos los diarios un titular que reza:

“Ante los reclamos de los vecinos, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires decidió suspender por tres meses la autorización de permisos de obra en varios barrios porteños por temor al colapso de las redes de infraestructura”
Y el barrio de Caballito, está entre esos seis, por supuesto.

Por eso, hoy mi espíritu se ha puesto “refranero” y digo que “al que nace en Argentina, es “al ñudo*” que lo reconviertan” porque “cuando del cielo llueva sopa, lo encontrará con un tenedor en la mano”.

En fin…”basta la salud”.

Cati Cobas


* inútil

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