domingo, junio 24, 2007

133- A la vejez, acné

Nunca, mis amigos, ni cuando frisaba los quince abriles, tuve la menor intención de convertirme en miembro de ningún Club de Admiradoras.

Jamás conocí, como alguna de mis compañeras de universidad cuyo nombre no mencionaré porque no deseo ponerla en compromisos, la tortura de una fila en el Plaza Hotel bajo la lluvia, aguardando la salida de Alain Delon, con el peregrino objetivo de regalarle al artista un recuerdo bien telúrico, que, representándonos, trajera a la memoria del buen mozo todo el efecto “pampa y tango”: ¡la corbata de Christian Dior más cara que pudo comprar!

Pero no sé qué me ocurre: desde hace un tiempo, más precisamente desde el año pasado, ando presa del “efecto Copani” y hasta participo de “Igual que vos”
http://ar.groups.yahoo.com/group/ignacio_copani/ , un grupo de Yahoo compuesto por quienes tenemos simpatía por el cantautor y sus canciones. Aunque no creo que todo esto necesite aclaración, ya podrán darse cuenta por los encabezados que aparecen muchas veces en mis crónicas.

Es que Ignacio no perdona ningún tema de los muchos que torturan a sus compatriotas entre los que me cuento. Y hace, muchas veces, del humor, un arma eficaz para mirarnos. Aunque, sépanlo: debería hollarse más en sus canciones románticas, así como en sus tangos, que no por menos conocidos dejan de ser buenos, a mi gusto.

Pero basta de prolegómenos: anoche, merced a la generosidad de mi marido que se ofreció como “madre-sitter”, fui a ver a mi ídolo en un recital en la Casa de la Provincia de Buenos Aires en celebración de su quincuagésimo noveno aniversario (de la Casa, no de Nacho, que todavía no llega a la cincuentena).

Llegué a la celebración con el tiempo justo: ya había comenzado el espectáculo, y el magnífico coro del Banco Provincia llenaba el aire de canciones a cual más bella. Pensé para mí que debería colocarme en un costado y asistir, de pie, al recital. Pero los hados me fueron propicios, sin lugar a dudas, porque ¡me confundieron con una funcionaria! Me ubicaron, por lo tanto, en el “ring side” del salón y pude vivir todo a cinco metros de distancia.

Al mirar en torno mío me preocupé un poco. Delante y a mi lado: importantes personajes de la política provincial a quienes algunas canciones podían incomodar un tanto con sus verdades de a puño que, aún desde el humor, resultaban de difícil digestión. Y más atrás: montones de mujeres y hombres provenientes de centros de jubilados del conurbano, que no constituyen el público de Copani, precisamente.

Sin embargo, “El Juglar del Oeste”
http://copani.flogox.com/ se metió a todos en el bolsillo, hasta a la “paquetísima” señora que, sentada a mi lado, contemplaba mi entusiasmo “copanístico” con un rictus extraño en el que se leía: “¿qué le ocurre a esta mujer? ¿A la vejez, acné?

Apelando a un guión sutil y simpático Copani enlazó sus canciones más rítmicas, pero también nos brindó su “Maldito Serrat”, como expresión de su enorme admiración (y la de la mayoría de nosotros) por el cantante catalán que es tan querido en Argentina.
Tenían que ver las caras de las señoras al escuchar “sin gas, sin agua y sin luz, me quedo en Lanús”. Hasta aceptaron de buen grado convertirse en “Bruja” al compás de la guitarra copaniana y, peronistas o no, aplaudieron el video de la canción María Eva, en el que se ve una “Evita” más argenta y menos "made in Hollywood", con Ignacio cantando en la estación de tren de Los Toldos, que viera partir a Eva rumbo a su destino.

La sala aplaudió de pie. Y después de una lluvia de globos que acompañó el “Cumpleaños Feliz”, Copani desapareció de escena.

No contaba él con que su grupo de seguidores, encabezados por Analía, una simpática platense y por Ariel, otro joven encantador, y conmigo incluida, lo aguardaría a pie firme hasta poder saludarlo. Fue entonces, cuando, merced a la gentileza de Lucho, uno de sus colaboradores, esta servidora se sintió una quinceañera a la puerta del Plaza Hotel, pero con un trofeo mucho mejor que el de haberle regalado una corbata francesa a un actor del mismo origen: la fotografía al lado de mi ídolo.

Por eso, señores, exhibo esa foto como ilustración de esta crónica y como muestra fidedigna de que, cuando alguien logra llegar a nuestro espíritu con sus canciones como él lo hace, bien merece que sus admiradoras cometamos chiquilinadas a una edad en que deberíamos sentar cabeza. ¿No les parece?

Cati Cobas

3 comentarios:

Mª Ángeles Cantalapiedra dijo...

Telo digo en abierto: estas crónicas son historia de la vida subterránea que corre por las venas de los argentinos; pequeñeces que son grandes pues sabes transmitir el pálpito de tu pueblo.
Qué orgullosa me siento de ti, leñe...

Anónimo dijo...

jeje ¡ estáis guapísimos los dos!!!
Me reitero: quinceañera...
Besos
Lola

Siluz dijo...

Me llena de sana envidia ese trofeo que exhibes. A mí también me copa Copani y soy "cholula" de Serrat.
Interesantísimo tu blog. Te aseguro que estuviste muy bien representada en el Congreso de Literatura Virtual.
Gracias por tu comentario en "Escribiendo en voz alta". Me hubiera gustado conocerte. Siento que tenemos mucho en común.