Quizás por eso, en cuanto supo que iríamos a visitarla, buscó un equivalente balear de la excursión argenta… ¡Y lo encontró con creces!
La ambiciosa propuesta consistió en abordar el Tren de Sóller y, desde el puerto de esa bellísima ciudad, partir en lancha rumbo a Sa Calobra para visitar la desembocadura del Torrent de Pareis.
Y conste que cuando una madona dice “excursión”, o la hace bien o no la hace. Razón por la que, para aprovechar aun más esa jornada, solicitó a mis primos Sebastià y Miquel, que nos viniesen a esperar en coche, al finalizar mi consorte, la guía y yo, el paseo por la costa. De ese modo, nos llevarían, a través de un camino de montaña, sinuoso si los hay, al Monasterio de Lluch, lugar de peregrinación al que esta servidora debía ir sí o sí, desde las oraciones y dichos de su abuela Isabel, en adelante.
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En este caso, ilustraré mi crónica con mapa, para que el lector comprenda la ambiciosa propuesta de mi prima (asesorada eficazmente por Joana Aina). Creo que si relato bien nuestro itinerario, servirá para que futuros visitantes de nuestras Islas Baleares disfruten sus días más que a tope, en pos de conocer las bellezas de Mallorca, que incluyen su mar y sus montañas.
La mañana de mi despertar tan fácil, la Adelantada nos dejó frente a una estación ferroviaria de comienzos del siglo XX, exclusiva de este tren tan particular, en plena ciudad de Palma. Pero, mientras
Luego de caminar un rato por esas calles y de avistar algún primer edifico modernista bien interesante, saludamos al Rey Jaume I, que también merodeaba por la zona, en su estatua ecuestre, y ¡subimos a un tren en el que la madera estaba presentísima! Lo hicimos como tres chicos que parten de excursión. Nada más y nada menos. Felices e ilusionados con lo que habríamos de ver y de vivir. Apolonia acarreaba en su cesta una bolsa con Quelitas, unas galletitas equivalentes a nuestros bizcochitos para el mate pero con mucha menos grasa y sal. Nos explicó que las Quelitas forman parte inexcusable de cualquier paseo mallorquín que se precie de tal. ¡Muy buena idea!
¿Cómo se cuenta un paisaje sin transformarlo en catálogo turístico? Tal vez, hablando de verdes infinitos y de diminutos valles a lo lejos. Quizás, mencionando las terrazas en piedra sembradas con esmero o lo cambiante del paisaje con cada recodo de rieles. De pronto: un túnel. Algunos turistas emitían sonidos un tanto indescifrables por lo que pensé que se debía a su admiración por la capacidad de aquellos que construyeron el Túnel Mayor, en 1907, cuando “muchos lugareños creían que iban a tener dos al precio de uno ya que se empezaron a construir a cada lado de la Sierra de Alfàbia y pocos confiaban en que las dos brigadas de trabajadores se encontraran en el mismo punto”.
Sóller fue siempre, además de una bella ciudad muy pujante en tiempos en que podía comercializar sus productos sin las desventajas globalizadas, el emblema de las naranjas de Mallorca. Y beber, mientras aguardábamos el tranvía que nos conduciría al Puerto, unos vasos de jugo, en las mesitas dispuestas frente a la Catedral: todo un deleite. Esta ciudad es diferente de los
El sol taladraba nuestras cabezas al llegar al puerto y descender del tranvía. Pero valió la pena: el arco de la bahía resplandecía ante nuestros ojos asombrados. ¡Y el azul! ¡Ese azul que yo creía un invento de algún pintor añoradizo
¿Dije barco? ¡Era un Arca de Noé pero con especímenes ¿humanos? y turísiticos! Mucho alemán imponiendo su volumen rubicundo para obtener mejores vistas, algún ingles y francés aquí y allá y nosotras, parloteando en mallorquín, escoltadas por Mr. Wagner y, en mi caso, rezando para que no me convirtiera en una nueva Natalie para acallar mis exclamaciones varias ante los acan
De regreso en procura de encontrarnos con los andantes caballeros que habían estado sorteando precipicios para llegar a rescatarnos, nos cruzamos con ella. Tengo que decir ave y no gaviota porque la realidad es que ignoro si de una
Apolonia asintió con una sonrisa enigmática que me hizo recordar a La Gioconda.
Cati Cobas
Cati Cobas
4 comentarios:
Preciosa descrisión de aquel día
inolvidable
Cati, qué fotos mas bonitas; ese azul tan intenso del mar. Sigo "viajando" con tus textos.
Hermoso paseo que recorrí en parte y del que vine tan encantada como vos. Preciosas las fotos y excelente el relato. No pediste la receta de las Quelitas?
Reaparezco despues de un tiempito de mudanza.
Las Quelitas son un secreto mallor quin y para saborearlas ay que venir a buscarlas a Mallorca
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