lunes, diciembre 08, 2008

206-Mediterránea (de Sibilas, de mares y de huertos)

Mare Nostrum (Nuestro mar), así le decían los romanos. Buena denominación realmente porque yo también lo sentí mío. Y él decidió devolver ese sentimiento con tres regalos que nos hizo el domingo por la tarde. El Mediterráneo, del que alguna vez partieron los míos para América, fue para nosotros canto, agua y cielo. ¿Qué más podríamos pedirle?
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“Yo que en la piel tengo..
el sabor amargo del llanto eterno..
que han vertido en tí cien pueblos, de Algeciras a Estambul,
para que pintes de azul..
sus largas noches de invierno.”

J. M. Serrat


La palabra sibila proviene de un personaje de la mitología mediterránea, tanto griega como romana. Era una mujer con poderes para la profecía, inspirados por el dios Apolo. El nombre se extendió a otras mujeres con capacidad de profetizar. Tanto, que hasta Miguel Ángel pintó cinco sibilas en la Capilla Sixtina. Pero estas señoras de don profético no terminaron sus días inmortalizadas en un muro más o menos importante sino que tienen, aun en nuestros días, una vigencia renovada, a través de una antigua tradición propia de la Iglesia Católica pero eminentemente catalana.

En la Edad Media se tiene constancia de que ya existía el canto que lleva su nombre en diversas poblaciones como Barcelona
, Gerona, Vic y Tarragona así como en Montpellier, localidades donde se conservan fragmentos del texto. El Canto de la Sibila (el Cant de la Sibil·la en catalán) es un drama litúrgico y un canto gregoriano que se interpreta en las iglesias de Mallorca (entre las cuales destaca la Catedral de Palma) pero también, por esas cosas de la Historia, en la ciudad italiana del Alguero (en Cerdeña) la noche de Navidad. Fue declarado Bien Inmaterial de Interés Cultural por el Gobierno Español.

Y yo declaro, en este acto, “Bien Familiar de Interés Vocal” a mi prima Dolors, para darle así las gracias por el regalo de su Canto de la Sibila en la tarde del domingo de las cuevas. Nadie me lo dijo, pero presumo que El Mago tiene que haberse enamorado de la bella Dolors, al oirla cantar en la noche de Navidad en la Iglesia de Sant Julià, siendo casi una niña, y tendremos que admitir que a nosotros nos ocurrió otro tanto.

“La jorn del Judici
parra el qui haurà fet servici.
Jesucrist, Rei universal,
home i ver Déu eternal,
del cel vindrà per a jutjar
i a cada u lo just darà”.


El Juicio Final, con Cristo Rey, y lo que ocurriría al que no hubiera “hecho servicio” se nos antojaba inminente en esa voz tan especial y afinada que llenaba de emoción nuestros corazones. ¡Cuántas veces había aprendido de mi abuela sobre el Canto de la Sibila! ¡Y en esa tarde, aunque no fuera Navidad, nosotros teníamos la gracia de que se nos cantara en exclusiva! Todos los que vivimos el privilegio de esa tarde, la recordaremos de modo muy especial, estoy segura.

Dolors: tu regalo resonará en mis oídos en ésta y en las próximas Nochebuenas, en que estaremos separadas por el mar. Desde aquí, me parecerá volver a tenerte cerquita, uniendo las manos para cantar con tanto amor, sumado a tu bellísima voz, el antiguo y tradicional Canto de la Sibila solo para nosotros.
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“Y te acercas, y te vas
después de besar mi aldea,
jugando con la marea te vas, pensando en volver,
eres como una mujer perfumadita de brea
que se añora y se quiere, que se conoce y se teme.”

J. M. Serrat

¿Cómo nos íbamos a ir de Mallorca, a finales del verano sin un buen baño en la playa de Es Trenc? Esa playa que la gente campanera ha logrado conservar agreste no sin pocas luchas frente a los deseos “constructivos” de muchos inversores. Otra vez llegamos a ella en rebaño, aunque un poco reducido y ya sin la presencia de Catalina, que había debido regresar a Suiza.

Claro que el mar nos preparaba una sorpresa porque, pese a la excelente fama que toda mi familia le había hecho, había esa tarde tanto viento que me pareció estar en pleno verano de Punta Mogotes aunque con una caldera para entibiar el agua. Fue una pena que los domadores de montañas no fueran de la partida ya que se perdieron la oportunidad de ver un elegantísimo revolcón de esta escritora, que debió ser rescatada de las aguas por su marido y su primo, los que consideraron seriamente la contratación de una grúa destinada a tal efecto. Ya se sabe que cuanto más se ríe uno, más pesa y en mi caso, ya estaba por la tonelada. No obstante, me quedaron ganas de volver a disfrutar de la playa y el mar con más tiempo, porque sólo el placer de bañarse en agua tibiecita y en compañía de los míos, valió el revolcón del que fui objeto.
Eso sí, no puedo dejar de hacer mención sobre un hecho que a una argentina todavía le resulta un tanto asombroso y es el ver tantos señores y señoras en traje de Adán, lo que para nosotros todavía es novedoso, por lo menos para aquellos que veraneamos en lugares “populares” como mi querida Mar del Plata.

Espero que la próxima vez, el Mediterráneo calme sus impulsos, y me deje disfrutar de él manso y azul como todos lo cuentan.
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“A tus atardeceres rojos..
se acostumbraron mis ojos..
como el recodo al camino.”

J. M. Serrat



Comenzaba a atardecer cuando llegamos al huerto de Sebastià y Dolors. Esa tarde noche en el llano campaner estaba preñada de silencio, igual que aquella primera mañana en la casa donde viviera mi papá, aquella del muro con su nombre.

No olvidaré nunca la silueta del molino recortada en el horizonte, el perfume de la tierra, la sencilla pero acogedora casa, bien payesa, con el eco de las voces alegres de los chicos. Sebastià Jaume recogió para mí frutos en un frasco, y los tomé agradecida por el gesto, deseando que él también recordara la visita. Saludamos a Boira, la burrita, en su pesebre, coseché tomates de racimo. Ya comenzaba a extrañar y todavía no habíamos partido.
Frente al atardecer rojo, al atardecer mediterráneo en pleno campo mallorquín, sentí que por fin se cerraban todas las añoranzas. Supe cuál era mi otro lugar en este mundo, aunque lo hubiera podido vivir apenas unas horas. Me hubiera quedado mucho tiempo más en la tierra roja mientras contemplaba la luna plateándolo todo.

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Y ahora aquí, en esta Buenos Aires tan diferente de Mallorca pero tan mía también, siento que esta vez seré yo quien le hable al Mediterráneo para darle gracias por su canto, sus playas, sus perfumes y sus atardeceres rojos. Seré yo la que le diga, parafraseando a Serrat, que de ahora en más llevaré su luz y su olor por donde quiera que vaya en memoria de mi inolvidable camino de la luna llena, frente a sus aguas eternamente azules.

Cati Cobas

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Nos haces sentir tan especial! o al menos a mi. No sólo por tus escritos, si no, que cuando estabas en casa, en el restaurante, en es Trenc(el mar no podía estar relajado, te estaba esperando!), tus observaciones en la cueva des hams, estar a tu lado era tan agradable y súper divertido, a la par que ameno y didáctico (fue un lujo estar contigo!), por todo esto y por mucho más, cantar para vosotros fue un placer.

Anónimo dijo...

Recien pude terminar de leer , qué decir? Estupenda crónica, qué pena que ya regresamos a casa...porque viajamos con uds.

Ya conozco mallorca y me siento algo payesa
Ya me siento parte de todas las catalinas, sebastia y demás que habitan esa tierra colorada

Un saludo
Susana

CATI COBAS dijo...

Gracias, "Sibila" por tantas cosas...por tu canto, tu acogimiento, tus hijos y también por prestarme un ratito a mi primo que, como siempre digo, me ha devuelto la "mallorquinidad".

Porque pronto podamos volver a estar juntas en vivo. Un abrazo de Cati

CATI COBAS dijo...

Gracias, Susana. Para mí es un verdadero honor que te guste lo que escribo. yo también te admiro mucho y por muchas cosas...Un abrazo y a encontrarnos antes del 31. ¿Eh? Con mucho cariño. Cati

Pilar dijo...

He disfrutado de este viaje que he hecho a través de tu pluma. Perfecto el trayecto, preciosa experiencia. Y ahora siento también esa nostalgia de las cosas que quedan lejos.

Anónimo dijo...

Cati...¿no te acuerdas de que el año que viene tenemos que montar un negocio en la parte de Es Trenc que hablamos? No me vayas a fallar ahora que estoy haciendo ya las gestiones

Apolonia

CATI COBAS dijo...

Gracias, Pilar por tu comentario, que me encantó. Un beso de Cati

CATI COBAS dijo...

Apolonia: Ya estoy viendo de dónde saco un crédito para qu epongamos un chiringuito el próximo verano...Un abrazo muy grande de Cati

Anónimo dijo...

Cuando yo era una niña, la que cantaba la Sibil.la en la iglesia de Campos era Dolors, y como yo estaba mucho en la iglesia, tenía el honor no sólo de oirla el día de Navidad, sino también en los ensayos, y para mi cada vez que la oía era un momento mágico, y nunca podré olvidar esa sensación... Y para mi que significaba tanto, y que me tiré un año suplicando, no la cantó, y luego llegan unos argentinos cualesquieras, y ala, la Dolors se pone a cantar...!!no hay derecho, caballeros!!

Por cierto, que sepáis que el chiringuito que piensan montar esas dos...!!es de condones!! !!Qué descaradas!! jajaja

Besos, Angela