domingo, octubre 26, 2008

195-Párrafos aparte (pequeños retratos familiares)

Uno de los géneros literarios en extinción es el retrato. Y como a veces me ocurre, las cosas que pueden considerarse “históricas” me atraen sobremanera. Quizás por eso no puedo continuar con estas crónicas sin detenerme a describir a algunos de sus protagonistas. Aunque me produce un algo de temor publicar estos esbozos realizados con argenta pluma, un poco menos recatada, que la mallorquina, y aunque creía que las distintas personalidades surgirían en el transcurso de encuentros y paseos, es imposible no transferir a los lectores algunos mínimos secretos de, por lo menos, aquellos familiares con los que hemos compartido más tiempo y aventuras en los días demasiado breves de nuestro encuentro familiar. Espero que haya otra vez en la que conozca más a los que aquí no se mencionan y que los nombrados vean en mis textos solamente una muestra más del afecto y entusiasmo que en nosotros despertaron.

Mi primo Sebastià, así como Ángela y su esposo o mis primos Miquel y Apolonia, nuestros anfitriones en la isla, son archiconocidos por todos a través de éstas, mis crónicas, pero ahora se trata de mucha gente nueva a descubrir. Y cada una ha dejado en nosotros impresiones dignas de contar, les aseguro. El problema para no ser reiterativa, es la manía persistente que tienen los mallorquines de poner a los nietos el nombre de sus abuelos porque así los apelativos crecen en progresión geométrica y se da, como en mi familia, una profusión exageradísima de Miqueles, Catalinas y Sebastianes, Apolonias y Joanas, tantos como hongos pululan por las Islas Baleares. Pero no sufran los lectores, que apelaremos a los nobles recursos del arte de la pluma para evitar peligrosas confusiones.

Como es lógico, no detallaré la personalidad de todos porque fueron más de sesenta los familiares de las distintas ramas de mi árbol genealógico con los que tuve oportunidad de mantener contacto, y en vez de placer ya sería un tormento literario, pero hay algunos que merecen, por lo menos, “cartel francés” en la marquesina de este viaje nuestro, y quiero ocuparme de confeccionarlo. Aquí van, para empezar, los integrantes de la familia de mi padre, aquellos que habitan o habitaron en el pueblo que comparte con Madrid el oso como emblema.


Una mallorquina muy intrépida

La esposa de mi tío Sebastià y mamá de mis primos Baltasar, Miquel, Sebastià y Catalina es digna de encabezar este reparto. Se llama Jaumeta, y yo la admiro tanto ahora como a tía Isabel, la hermana nonagenaria de mi suegro, a quien hace ya tiempo rindiera mi homenaje. De aspecto cuidado, prolijo hasta el extremo, facciones delicadas. Una digna representante de la mujer mallorquina con la cultura del saber ser y hacer a cada instante. Pero alejada de seños fruncidos y empacados. Alegre, vital, entusiasmada. Tacita de plata es su casa, fiel reflejo de su persona, no tengo duda alguna.

No se perdió actividad que compeliera. Y nunca escatimó la mejor de sus sonrisas. ¿Qué había que trepar?...Ella, adelante y sin ayuda. ¿Atravesar bosques enredados y difíciles?..Primera fila. ¿Andar en bicicleta? Podría haber ganado varias carreras, en caso de proponérselo.

Prudente. Prudentísima. Sólo la luz de sus pícaros ojitos alguna vez la delataba un poco. Me ha fascinado. Por sus modos, sus habilidosas puntadas, por sus dulces y alcaparras en conserva, por haber tenido la delicadeza de recibirme con los aros que en su momento le enviara, merece encabezar este reparto. Dios le dé mucha vida y de la buena, Tía. Eso, y nada más merece, lo aseguro.

La sorpresa: El experto en Ceremonial, Protocolo …y “generalas”*

Mi primo Sebastià, el que me regalara hace poco más de un año la felicidad en un racimo de tomates, el mismo defensor de la lengua catalana, el titiritero, el profesor y el orgulloso hortelano aficionado. Mi eficaz corresponsal, Pigmalión de mi regreso espiritual a Baleares, guardaba en la manga, como buen mago, algunos dados bien ocultos para jugar una “generala” de primera. Este pícaro guardaba, bien lo digo, un interesantísimo secreto. Resultó ser diplomado en Relaciones Públicas, Ceremonial y Protocolo. ¡Y yo que lo hacía enfrascado en sus clases y semillas!

Preguntará el lector a qué cosa me refiero, sin lugar a dudas. Pues a eso. ¿Recuerdan que conté la bienvenida con “En” Maçià y “En” Guillem y sus sonidos de xeremies y tamborí? Hace dos días llegó a mis manos, de las suyas, el programa oficial de las fiestas del pueblo (La Mare de Deu d'Agost) y ¿quiénes encabezan el desfile de gigantes y cabezudos? ¡Los mismos músicos que nos dijeron “bienvenidos”! Sebastià había logrado que los intérpretes oficiales de Campos nos recibieran en el aeropuerto…Full servido.

Esa es la primera muestra de lo que digo, amigos. No hacíamos más que terminar de enjugar lágrimas en el Monasterio de Lluch cuando vimos venir a Sebastià acompañado ¡del mismísimo Prior del Monasterio! Éste había sido su alumno y, ¡oh casualidades!, sacerdote en las dos parroquias de mi barrio e hincha fervoroso, no podía ser de otro modo, para un sacerdote y español, de San Lorenzo de Almagro. Nos recibió de la forma más amable y tuvo palabras afectuosísimas para esta tierra nuestra en la que había vivido varios años… Poker de ases.

En fin, que cada vez que Sebastiá intervenía en visitas y paseos, sacaba del cubilete novísimas sorpresas. Él fue la clave de que las cuatro ramas de mi árbol se enlazaran en la noche de la cena. Ya me imagino las gestiones diplomáticas que contaron con su decisión y empuje. ¡Hasta se ocupó de regalarme la presencia en esa noche de Copani, mi cantautor argentino preferido! ¿Pueden creerlo? Sin duda: Generala.

No hubo lugar al que fuéramos en su compañía donde no resultara conocido y recibido con afecto. Pero la máxima expresión de sus dotes la tuvimos el día en que nos anunció que nos esperaban en la Alcaldía. Casi me caigo de la impresión. El Alcalde del pueblo donde papá viviera, un joven la mar de amable, al que conocía ya por las publicaciones pertinentes, nos recibió, entregándonos un presente como recuerdo de la visita, y retratándose junto a nosotros a los pies del rey Jaume II. ¡Aquí, la doble!

Pensé en papá en ese momento Estaría tan orgulloso de vernos en el Ayuntamiento como de saber que allá, en Mallorca, hay una nueva versión de sus deseos encarnada en su sobrino. Porque en él se integran las ganas de saber y de enseñar, el amor por los libros, acompañado del otro hacia la tierra, con el valor agregado de poder hacer amigos allí donde se encuentre y, lo que es mejor, todavía, conservarlos. Tal y como en su tío Tomás, ése que debía espiarnos detrás de las cortinas de la Alcaldía, muy orondo, sin que lo advirtiéramos.

*Juego de dados


A Dolors

He podido conocerla más por sus frutos que por haber departido juntas las largas horas que todavía nos debemos. Sin embargo, fue extremadamente gentil y generosa con nosotros. Desde su cocina, elegante y refinada, su hermosa casa abierta sin reparos para todos los que compartieron las horas del encuentro. Sus hijos dicen de ternuras y cariños. Y su despedida, gentil y originalísima, lo hace a través de dos films antiguos, que hablan de Mallorca de una manera diferente.

Pero, sepan amigos, que esta muchacha de apariencia fina, delicada y frágil guardaba, además de sus frutos, la fuerza inmensa de su voz hecha regalo extraordinario. Dicen quienes la conocen que jamás habían podido escucharla, desde que dejara de entonar El Canto en las Navidades de la Iglesia de San Julià.

¡Y cantó para nosotros! Nada más y nada menos que el Canto de la Sibila, del que hablaré más adelante nuevamente. Todavía resuenan en nuestro corazón los ecos de su voz inolvidable y la gratitud por esa entrega generosa a quienes venían de tan lejos.

Dolors: nos debemos unas cuantas horas en soledad de mujeres, en algún rincón pequeñito de la Ciudad de Palma. Espero que, en algún momento, podamos regalárnoslo.


Un regalo muy “helvético”

Catalina, hija de la tía Jaumeta, vive en Suiza. Somos tocayas. Es una de mis más consecuentes y sufridísimas lectoras.

Con ella habíamos soñado con un retrato de tres homónimas, incluyendo a nuestra tía que, por razones de salud, no pudo concretar nuestro deseo.

Voló desde Suiza para pasar un día solamente. ¡Menudo regalo el que nos hizo con su presencia y con su entrega!

Abierta, simpática, dicharachera y amenísima. Pocas horas nos bastaron para saber que nuestra savia tenía, junto a la de Ángela, mucho en común.

De ella, me quedo la risa cristalina, la alegría, el valor, el tener ganas y el animarse a ser feliz.

Me honro en saber que allá, muy lejos, en la orilla de un lago de Ginebra, hay una joven Cati Covas que, con su hermosa familia, goza de la vida a tope por mucha nieve que caiga bien cerca en pleno invierno, y que además se da tiempo para compartir estas letras que aquí escribo.


Benjamines

Capítulo especial merecen los benjamines familiares. Con Sebastiá Jaume, el hijo mayor de Sebastià y Dolors, a la cabeza. Seguido en los talones por su hermano Pau y por un nuevo Miquel, hijo de María, también sobrina nueva, y nieto de otro de mis cuatro primos homónimos, el de la sonrisa de hombre bueno. Primerode una nueva generación en la familia, un niño despierto y afectuoso, deslumbrado por su bisabuelo.

Sebastià Jaume es un chico inteligente, inquieto, observador, participativo. Al que todo llama la atención y le interesa. Pero combina esas virtudes con una sensibilidad no exenta de ternura. Es, como su abuela y su mamá, prudente y distinguido. También, de los que sabe estar y hacer, lo que complace a todo aquel que lo conoce. Acompañó siempre a su papá, y cuando digo siempre es siempre. No se perdió cuevas ni reuniones, por muy cansado que estuviera. Tomó mate, haciéndonos reír con la carita de disgusto al saborearlo, vistió la camiseta de fútbol de Argentina, y hasta nos ayudó a preparar los souvenirs la noche de la cena. Sebastià Jaume y su dulzura nos siguen, igual que los acordes de Vivaldi con que nos homenajeara en su violín, ahora a la distancia.

Lo tengo, junto a Pau, su hermano pequeñito, bien pícaro y travieso, de ojitos brillantísimos, colmado de vida y alegrías, aquí, muy cerca, junto a la Virgen de Lluch, en un retrato.

Lamento que los veré crecer de lejos, pero espero que quede en algún rincón de su memoria “aquella vez que vinieron los tíos de Argentina” y convenzan a sus padres para que se animen a cruzar el charco lo suficientemente pronto, como para que podamos disfrutarlos.


Una “reina” en la familia (y su honorable “caballero”)

A Joana Aina, su Ricardo la llama “reina”. Parece que esa forma de tratarla es propia de la isla, así como en la península se emplea el tradicional “cariño”, pero a mí me pareció que había sido pensada exclusivamente para ella.
Distinguida, reservada y criteriosa, hay que tomarse un tiempo para apreciar sus condiciones. Parece como si sus ojos expresivos se mostraran siempre detrás de un abanico invisible de recato.

Pero cuando deja entrever el fondo de su alma, cuando cuenta, entusiasmada, auroras boreales o paisajes de mar y de montaña, cuando ríe, curiosa, ante una situación inesperada, es delicioso descubrirla y disfrutarla.

Decidida, y a pesar de sí misma, muy valiente, es, además, trabajadora, prolija y ordenada, esta hormiguita encargada de cumplir mis deseos imposibles, lo hizo de una manera sorprendente. Ella pergeñó la concreción de mis locas aspiraciones turísticas y las concretó en cuatro días exprimidos en zumos deliciosos. Días en los que hizo de todo por participar, corriendo verdaderas maratones automovilísticas a lo largo y ancho de la isla. ¿Era un picnic? Ahí llegaba la niña, luego de la jornada de trabajo, con ganas de no perderse nada. ¿La granja en Esporles? Brotaba ella, dibujada en encajes de bolillos. ¿Cena en el huerto? Poniendo, rápida, mantel y mesa. Siempre dispuesta.

Bien mallorquina. Pero con un carácter a la vez absolutamente universal y amante, sobre todo, de aquello no hollado por la mano del hombre, se dedica a la palabra pero más bien a la sonora, y para dar una muestra más de su forma gentil de comportarse, les cuento que antes de partir hasta me regaló un tratado sobre cómo evitar las afonías que por mi temperamento (¿eufórico?) a veces me fastidian.

Como no podía ser de otro modo, una “reina” necesita a su lado un “caballero”. Eso le ha dado la vida, por supuesto. Y miren ustedes qué …¿casualidad? Dado que el nombre del galán era Ricardo, apelativo nada mallorquín por cierto, busqué su origen y significado. “Ricardo”, nombre germano, significa “El rey que tiene gran fortaleza”, lo que no deja de inquietarme al darme cuenta cabal de mis intuiciones onomásticas.

Es que eso, un caballero, es este muchacho tranquilo y sonriente que también intervino en cuanto paseo pudo y nos mostró su ciudad de Palma de una forma por demás interesante, ya verán ustedes, cuando llegue su momento. Por todo eso, y por haber sido el primero en aficionarse al mate, los Cayian lo hemos condecorado con “La Orden de la Pava”, un galardón de estas pampas destinado a honrar a los nuevos aficionados a nuestro brebaje nacional. Sabemos que hará honor a esta distinción y que además continuará tomando mate y siendo, sobre todo, el más galante caballero para nuestra reina y sobrina recién estrenada.


Los domadores de montañas

Varios de los paseos y aventuras tuvieron un terceto singular acompañándonos. Toni, con su María, y Pere se llaman estos jóvenes. Los muchachos son hijos de mi primo Pedro y sobrinos de Miguel y de Apolonia.

Ya éramos amigos cibernéticos. Sobre todo con Toni que es un corresponsal de enjundia, aunque su hermano tampoco le va en zaga. Por él supe de su amor por las montañas, a las que suelen trepar ávidamente cuando su trabajo lo permite. Y a ellos dediqué hace mucho, una crónica al respecto.

Educados, cordiales, afectuosos, y ubicados al extremo. Dueños ambos varones de unos ojos muy bonitos (ya imagino sus mejillas coloradas) supieron granjearse nuestro cariño en poco tiempo. De María, hay que decir que es otra hermosa y aparentemente tradicional muchacha mallorquina pero con el empuje y la vitalidad de una joven 2008.

De ella: la sonrisa. María sonríe con la boca y la mirada. No la olvidaremos fácilmente. Ahora, cuando la contemplo en otra foto de conjunto cerca de mi sofá, aquí a mi lado hago votos de reencuentro. Aquí o allí sería tan, tan bueno…¿No lo creen?

“La pelota no se mancha”

Diego Armando Maradona utilizó esa expresión refiriéndose a que el deporte está más allá de las pequeñas o grandes debilidades de los seres humanos. Pero en este caso elijo el título para hablar del elemento que sirvió como vínculo entre mi marido y mi primo futbolista y futbolero.

Si bien el fútbol es algo que puede despertar interés en la mayoría de los hombres, mis otros primos no parecen tener este tema como centro de sus expectativas, lo que para un argentino deportista y amante del balón como mi Jorge, no dejaba de ser un escollo en esto de encontrar temas de conversación en un principio.

Hasta que fuimos a visitar a mi tía Catalina. Ella no estaba, fue una pena, en un momento óptimo para recibir visitas. La gente mayor tiene sus propios tiempos, y espero que ahora se encuentre mucho mejor, de corazón lo digo. Pero esa noche nos reservaba una gratísima sorpresa, sobre todo para mi cónyuge seguidor de la pasión de multitudes.

Este, también primo Miguel (y espero que nadie se confunda), resultó ser futbolista y muy bueno cuando joven, y un agudo (versión de Robert Wagner, por supuesto) conocedor de este deporte en la actualidad. ¡Debieran verlos en los momentos compartidos! Roa, Ibagaza y el Mallorca, Messi, Higuaín y el temerario Tévez hicieron de nexo casi mágico creando una corriente de inmediata simpatía entre ambos interlocutores que continuó en los encuentros sucesivos ante la mirada sonriente de Magdalena, esposa de mi primo y la de quien esto escribe, orgullosas ambas de contar con tamaños comentaristas deportivos.

¡Qué clave misteriosa la del fútbol y su influencia en la comunicación entre los hombres!

(Continuará)

Cati Cobas

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Preciosa descricion de la familia
Covas,segimos disfrutando Miguel yo
de tus relatos

CATI COBAS dijo...

Me alegra muchísimo, prima, si con mis relatos puedo lograr que pasen un buen momento y, de paso, nos recuerden...Un abrazo Cati

JA dijo...

Me gustaron mucho los retratos. Gracias, por estas deliciosas palabras que nos dedicáis a mi a mi "caballero".

"Sa reina"

Mª Ángeles Cantalapiedra dijo...

Retratos donde Goya hubiera disfrutado mucho con las pinceladas de tus letras,
besines

CATI COBAS dijo...

Gracias, chicas...Me divertí mucho escribiéndolo y disfruté más conociendo a los retratados...Besos

Cati

Anónimo dijo...

Per al·lusions: si fos tot com dius, crec que hauria de canviar de feina; com a relacions públiques per ventura guanyaria més i viuria millor!!hahaha. Amb els anys he après un parell de coses: per exemple, a fer cas a qui me'n fa a mi, i de molt bona gana; i també he après que les amistats es trien. La família ("el típico tango"), en canvi, te toca la que te toca i no hi ha qui te la desferri!!
Bromes a part, una vegada més...
GRÀCIES, Cosinota!!!!!
Tià

CATI COBAS dijo...

Gracias, Tià. Yo elijo elegir a la familia a ambos lados del Atlántico. Creo que cuando todo me falla,alguien de mi familia 2siempre me rescatará para seguir andando" como en la canción La Cigarra de María Elena Walsh.

Una abraçada forta per a tu de Na Cati a Bons Aires

RosaMaría dijo...

Entrañable y clara semblanza de una familia amorosa y dedicada a mostrarte su cariño. Felicitaciones por el post.