miércoles, octubre 01, 2008

184-¡Adiós, Madrid!/ Bonsoir, Paris!

Nos quedaban pocas horas en Madrid. Pero debía asistir a una entrevista importantísima con la futura editora de estas crónicas que, quizás en un tiempito, vean la luz en papel y tinta. La Adelantada se ofreció a acompañarme y partimos, raudas, rumbo a un bar pequeñito cerca de la plaza Santa Ana. La ciudad recién se desperezaba en la mañana de domingo. Era delicioso caminar por ella. Había llovido y los adoquines parecían encerados. El aire recio y la atmósfera transparente hacían relucir los balcones de hierro y los geranios. Sentí que podría amanecer toda la vida en esa ciudad a la que desde siempre había querido, y en la que me había sido permitido vivir, aunque fuera por dos días. Dos inolvidables días.

Llegamos al encuentro, que fue precioso y muy prometedor de sueños concretados. Pero debo decir que si la primera impresión es la que importa, mi futura editora debe haberme tachado de absolutamente impresentable.
Es que el bar donde desayunamos tan alegremente tenía letreros que decían: “Cuidado con el escalón”. Y esas palabras estaban repetidas en el mostrador, en las paredes, en el mismo escalón, para los desprevenidos, en fin, que la advertencia era absolutamente clara y contundente. Es más, el joven rumano que nos atendía, también señaló el desnivel entre la zona de mesas y la circulación y advirtió, mascullando en su idioma, que tuviéramos cuidado…

¿Cuidado? Debieran ver a mi gentil humanidad tendida cuan ancha y larga es, después de haber aterrizado, al no tener en cuenta el famoso escaloncito de las advertencias…
Lo peor fue el pelo. Que, eso sí: Madrid reseca el pelo de lo lindo y el mío, ya de por sí medio arruinado, quedó, luego de la caída, convertido en un arreglo punk a todas luces espantoso para gloria y alegría de la Adelantada que reía a mandíbula batiente con la complicidad del rumano y un rictus educadísimo en la boca de mi futura editora, la que debe haber dudado seriamente sobre los beneficios de llevarme a letras de molde con ese antecedente tan ridículo.

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Volvimos por la Plaza Tirso de Molina, que me pareció muy original con sus puestos de flores de forma cúbica, los que, realmente, hacían más brillante, todavía, esa mañana.
Con mucha pena dejamos atrás La Buhardillita. El gerente/pintor debía partir para Cuba, al mismo tiempo que nosotros lo haríamos hacia París, por lo que nos dimos un abrazo de “¡buena suerte y hasta siempre!” en la terminal que a él correspondía y, la verdad, nos dio mucha pena que no viajara a Mallorca en unos días, para seguir con el encuentro, como sí lo haría su esposa. Aunque no perdemos las esperanzas de que, en un tiempo, pueda yo contar en una crónica, que lo tenemos por aquí, en el Río de la Plata, de visita. Ya le hemos dicho que, en general, por estos argentos pagos, los cubanos son muy queridos y apreciados y que son muchísimos los lazos culturales que nos unen.

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Deberán disculparme, parisinos, pero mi primera impresión al tomar el tren que une el Aeropuerto Charles De Gaulle con París fue la misma casi, que me produce viajar en el tren Mitre a Tigre, por ejemplo. Las mismas campanillas, los mismos terraplenes un tanto descuidados, ese aire a suburbio indiscutible. En cuanto a la Gare du Nord nos recibió un tanto temerosos, ya que las calles que debíamos atravesar hasta llegar a nuestro hotel, nos resultaban muy parecidas en ambiente y características a Constitución en una tarde concurrida; eso sí, con mucho policía a la vista. Ahí comprendimos cabalmente la teoría de nuestra amiga Miriam Chepsy sobre las megalópolis. Finalmente, vencimos el “sustito”, y empuñando nuestras maletas llegamos a destino.

“Ici, Paris!”, le dije a mi Robert Wagner de entrecasa, mientras me hacía la vampiresa. ¡Pobre! Realmente no me merezco a este hombre tan sufrido. No le di más tiempo que el necesario para una ducha apresurada, y ya estábamos rumbo a la Rue de Rivoli.

¿Cómo creen, amigos que terminó ese día?

(Continuará)

Cati Cobas

5 comentarios:

Mª Ángeles Cantalapiedra dijo...

...Si quieres yo te comento en el foro, pero donde me pide el cuerpo es aquí, rociado de fotos, donde siento meterme en ambiente y vivir el desayuno con la editora, leer el cartel ·cuidado con el escalón"... Si uno es bueno, el siguiente es aún mejor, Cati.
Deliciosamente bien expuesto.Te quiero... Yo, tu Lola afrancesada

CATI COBAS dijo...

Hola, querida amiga. Gracias, muchas gracias por animarme. un abrazo muy grande. Cati

Catalina Zentner Levin dijo...

Cati: lo dicho, tu narrativa es de lujo. Con tu permiso, te pongo enlace para regresar en cualquier momento a disfrutar de estas crónicas que ¡albricias! verán pronto su nacimiento en el papel.

Abrazos,

CATI COBAS dijo...

Muchas gracias, Catalina. un honor tu visita y tu opinión. Cati

Anónimo dijo...

Miriam Chepsy en línea:
Sigo leyendo y disfrutando...y que pronto se decida la madrileña, si es que lo es, a lanzar tus crónicas de papel, aunque te diré, acá entren nosotras, que será hermoso, estaremos todos orgullosos y orgullosas con nuestra cati, lo encargaremos en nuestra librería de siempre, pero nada será como estas tiritas de tu blog, a tiempo real.
Besos
Miri