martes, septiembre 02, 2008

179- Prolegómenos

Preludio, preámbulo, introito, preparación, comienzo. ¿Cuántas palabras hacen falta para sintetizar maletas, dudas, emociones, papeles, consultas, mapas e itinerarios, teléfonos, comida en el freezer, compra de medicamentos, pago de cuentas y servicios y un etcétera tan largo que aquí no cabe ya?

¡Qué bueno sería a esta altura de la vida haber aprendido a andar “ligero de equipaje”, como canta mi catalán favorito!

Pero no. Una es terca como una mula, responsable hasta la hipersuperprotección de los suyos y timorata. Estas cosas hay que hacerlas desde joven. De lo contrario implican la sobrecarga del aferrarse, del creerse imprescindible.

Prolegómenos: calzado, paraguas, aspirinas. Abrigo, ropa adecuada y pantalla solar.
Y una ya se cansó antes de salir. Ya se pregunta cómo se le ocurrió intentar vivir a la medida de sus sueños si acá todo estaba medianamente tranquilo y la vida se deslizaba en rutinas transparentes. Se pregunta si no se perderá en algún aeropuerto, qué ocurrirá si se cancela un vuelo. Se preocupa ante la alternativa de que los que no vienen la necesiten y ella no esté para poner el cuerpo y el espíritu.

Y la verdad es que nadie es imprescindible. Que cuando trasponga el umbral de su casa cada cual hará su camino de la mejor manera y sin su presencia absolutista.

Prolegómenos: amigos y familiares y vecinos que llaman y desean buena suerte y le ofrecen a tus hijos la ayuda “por si acaso”. Compañeros de la vida que prestan sus cosas más preciadas porque sí, porque también ellos están contentos por nosotros.

Prolegómenos: mamá y las plantas del balcón florecidas de esperanza en reencuentros y esta Buenos Aires que nos despide con jornadas que anuncian la primavera antes de tiempo.

Prolegómenos: Jorge y yo en un momento diferente. Vivir de a dos después de ser una multitud desde hace siglos. Y los que allá esperan, del otro lado del Atlántico, con sus propios prolegómenos de paseos y cenas y ganas de decir juntos alegrías y emociones del orden más variado.

Quiero pensar que el Todopoderoso también estará dedicado a sus propios prolegómenos y en El Libro de la Vida anotará con tinta buena los nombres de estos jóvenes sexagenarios que han decidido, por fin, que un cachito de felicidad de a dos les pertenece y que valen la pena tantos prolegómenos para hacer realidad sus ilusiones.

Cati Cobas

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Tener miedo de perderse, tener miedo de que te necesiten, de dejarse algo, no sé quizás hablo de la inconsciencia de tener pocas preocupaciones, pero pase lo que pase el avión saldrá igual, y pase lo que pase el viaje será genial, puesto que un viaje es para que te pasen cosas y quienes se lo pasan bien son los que llevan la alegría dentro, y vosotros la llevais.

Os esperamos ansiosos

Jorge y Angela

P.D.:A mem, tieta... aspirinas también tenemos en España, eh?

Anónimo dijo...

Las aspirinas son poca cosa, pero el abrazo y el cariño con que te esperamos lo cura todo, es el mejor remedio,

Mª Ángeles Cantalapiedra dijo...

Ayyyy, sé que mi sexagenaria está en este momento ya volando y es una emoción tan grande...

Anónimo dijo...

De Miriam Chepsy:

Cati, además de todo lo demás, lo que está en tu última caticrónica y todo lo que falta en las próximas, aquí decís algo fantástico: después de tantos años, poder recuperar un cachito de felicidad de a dos. Sé que quizás sean dos días, que estarán felizmente rodeados, pero nadie les va a quitar la luna de miel en París y en Barcelona, ni el haber compartido, los dos, cada uno con su emoción propia, pero compartida, el reencuentro con los Covvvvas.
Besos
Miri