viernes, enero 19, 2007

114- Más allá, la inundación

Preámbulo:

Quien lea esta crónica puede tildarme de amargada o, tal vez, de anclada en el pasado. Lo siento, pero no puedo desdecirme de uno solo de los conceptos que vertiré a continuación, a pesar del dolor que eso me causa. Porque, pese a que se está mucho mejor en esta tierra que cuando la crisis amenazó con extinguirla, la diferencia entre los que tienen demasiado y los que no se tienen ni a sí mismos es tan pero tan abismal que a quienes conocimos otra forma de vivir y, sobre todo, otro nivel de educación para toda nuestra gente, nos resulta casi imposible aceptarlo con resignación o indiferencia.

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Sur
Tango
1948
Música
Aníbal Troilo
Letra: Homero Manzi


"San Juan y Boedo antigua, y todo el cielo,
Pompeya y más allá la inundación.
Tu melena de novia en el recuerdo
y tu nombre flotando en el adiós."
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"Ya nunca alumbraré con las estrellas
nuestra marcha sin querellas
por las noches de Pompeya..."
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"San Juan y Boedo antiguo, cielo perdido,
Pompeya y al llegar al terraplén,
tus veinte años temblando de cariño
bajo el beso que entonces te robé.
Nostalgias de las cosas que han pasado,
arena que la vida se llevó
pesadumbre de barrios que han cambiado
y amargura del sueño que murió."







Hoy caminé por el barrio de Pompeya, indudablemente, “un barrio donde el lujo es un albur”(2). Un barrio que nació con vocación de arrabal, pegado al Riachuelo alrededor de Nuestra Señora del Rosario de Nueva Pompeya, una basílica neogótica liderada por monjes capuchinos. Zona de fábricas, talleres y curtiembres. Barrio de tango hermano, más pobre todavía, de Boedo.

El olor rancio que rodea la Basílica es casi igual al que se respiraba por ahí cuando una Cati a punto de recibirse de arquitecta participaba como becaria en la construcción de Lugano I y II, en una época en que esas viviendas municipales eran una promesa de mejor vivir y no el lugar donde quieren que los entierren “Los Jóvenes Pordioseros” (1) cuando se mueran, después de que sus “amigos aspiren y tomen cerveza”.

Una ronca sordidez brota del asfalto, de los chicos que duermen sin zapatos, despojo humano en la acera tras la cuota inevitable de bolsita y “Poxirrán”. Esa misma sordidez acompaña los pasos de las muchachas que regresan de “servir” por hora en otros barrios más al Norte y aumenta la carga de unos cuantos obreros de manos callosas mientras enturbia la mirada de las bandas de muchachitos desocupados que imitan, en su aspecto, a los “raperos” norteamericanos.
Lejos están los “overall” que supe ver por allí, cuando sus dueños podían almorzar en alguna de las fondas de la zona. Lejos, los guardapolvos blancos de las escuelas públicas flanqueados por el batón floreado de una mamá que llevaba a los hijos de la mano. Lejos, tan, tan lejos, aquella clase obrera que se sentía digna en la pieza del “convento” porque aspiraba a más con esperanza.

En el empedrado de la calle Esquiú y en la mugre de Avenida Sáenz, mezcla de baratillos y fritangas, los pobres 2006 son mucho más pobres todavía. La avenida, repleta de casas de deportes y artículos para el hogar, se ocupa de poner en evidencia las carencias que la sociedad de consumo agrega a las que los sin nada ya llevan a cuestas por sí mismos, mientras caminan, sin apuro, hacia sus casillas de madera y chapa tan, tan cerca, en la otra orilla del Riachuelo maloliente.

El tango supo vivir por estos lados, y asentar aquí su bastión con mucha fuerza, ya que este lugar porteño nunca perdió sus aires de suburbio y son incontables las melodías de ese género que lo nombran, pero los ecos de nuestra música están ahora opacados por la procaz monotonía de una cumbia villera en la que dicen que parece que a una tal Laura (3) “se le ve la tanga”.

¿Qué diría Manzi si estuviera aquí, a mi lado? ¿Podría asegurar que la voz de la muchachita que contonea su minifalda con un cimbronazo burdo y vulgar delante de mis ojos “perfuma a yuyo del suburbio” (4)? ¿O huiría hacia otros barrios menos tristes?
¡Cuánto le cantó el poeta nacido en Añatuya, provincia de Santiago del Estero, de madre uruguaya y padre argentino, a estas calles y cuánto las amo yo también! Ellas me vieron caminar tantas veces de la mano de mi padre que trabajaba ahí cerca, en la tesorería de una ¡empresa siderúrgica!
Ahora, Pompeya está llena de fábricas vacías y no nos queda ni el percal para enjugar el llanto por lo que la Argentina debió ser y no fue.

Decido encarar a Homero “in situ”, preguntarle qué opina él de su querido barrio y camino hasta “la esquina del herrero: barro y pampa” (5), que queda, justamente, a cuadra y media de donde la novia esperaba al “carrerito del Once” (6), en Avenida Centenera y Tabaré.

Me recibe, en bronce, justo en la puerta del museo Manoblanca (6), que recuerda en fotografías y pinturas los maravillosos tangos y milongas que escribiera. Y me dice:

“Recordá que fui profesor de Literatura en las escuelas públicas, que supe darle al tango, poesía y logré, con elegancia, eludir el lunfardo en mis canciones, como para elevar nuestra música ciudadana más allá “del terraplén”. No me resigno a ver cómo las nuevas generaciones parecen desandar camino. No te resignes vos tampoco. Seguí sembrando donde puedas. Aún en lo pequeño. Y tratá de que muchos más sientan lo mismo, y lo defiendan. Tal vez, en poco tiempo, Pompeya vuelva a atronarnos con ruido a máquinas vibrando y Laura decida plantar al “chabón” que le mira la tanga y termine el secundario. O -¿por qué no?- los "raperitos" de Sáenz se decidan a abrir una Academia de Tango y ésto se llena de turistas.”

Todo puede ser, Homero, todo puede ser. Mientras hay vida…

Cati Cobas

Para mi asesor “Onomástico”, un dato extra: el verdadero nombre de Manzi era: Homero Nicolás Manzione.

http://www.museomanoblanca.org.ar/

1- “Cuando me muera” –Rock- Toti Iglesias- Banda Jóvenes Pordioseros
2- “El corazón al Sur”-Tango- Eladia Blázquez
3- “Laura”-Cumbia villera -Pablo Lezcano
4- “Malena”- Tango. Homero Manzi
5- “Sur” –Tango. Homero Manzi
6- “Manoblanca”- Tango- Homero Manzi

1 comentario:

Lola Bertrand dijo...

Que crónica tan triste Cati, es una pena ver deteriorarseel entorno, en fin que es un placer leerte.
Abrazos de lola