viernes, junio 05, 2009

223-"Detrás de la escena"- Backstage de mi participación en Balears Pel Món en Buenos Aires

¡Buenos Aires contada por una nieta de baleares en un programa de televisión que se vería en las islas! ¡Qué tentación!
Confieso sin pudor que completé el formulario de participación en Balears Pel Món con más entusiasmo todavía que el del “motoquero” porteño accidentado, maltrecho y sangrante que, más cerca de la Parca que de la Vida, respondía, casi alegre por su minuto de fama, a las preguntas frente a cámara de una cronista de Crónica TV sintiéndose “como un Fórmula Uno”. ¡Y me convocaron!

Laura Durán, la Directora, me informó telefónicamente que sería entrevistada en distintos lugares de mi ciudad por un juvenil equipo encabezado por el periodista ibicenco Josep Ángel Costa, que responde al seudónimo de Soldat (Soldado) y tendría la oportunidad de narrar en mallorquín matizado de castellano mis vivencias “baleares” dos generaciones después de que mis cuatro abuelos decidieran “hacer la América” por este lado del “charco”.

Miércoles 11 de marzo de 2009

6 AM: Me preparo y arreglo sintiéndome Mirtha Legrand antes de su mejor almuerzo. ¡Qué nervios más nerviosos! ¿Cómo saldrá todo? ¿Haré un papelón frente a las cámaras? ¿Será adecuada la ropa que elegí? ¿Me trabaré al hablar en mallorquín? ¿Llegará a tiempo mi tía María Elena para hacerse cargo por unas horas de su cuñada, la nonagenaria autora de mis días?

7 AM: Todo sale bien, creo, y parto, rauda, hacia la primera locación, en Plaza de Mayo.

8 AM: En efecto. La lengua se me traba mientras trato de contar la Plaza. ¿Qué le pasa a esa gente? ¿Nunca vio una señora cebando mate a un joven ante la mirada de la lente mágica? Evidentemente, no es usual hacerlo ante una cámara de TV y menos con un sonidista registrando la escena. Los curiosos se amontonan, me parece que en cualquier momento aparecen Rial y la Canosa (para los foráneos, dos periodistas de la “prensa del corazón” en la Argentina).

Mejor, imposible. Digo: el día de sol. Mejor: imposible. Parece a propósito ese cielo azul que me hace sentir tan orgullosa al ver nuestra bandera flamear en él. ¡Qué sensación tan extraña la de contar en el idioma de mis abuelos mi propia tierra!
¿Pero… por qué ese jovencito nos mira con un rictus burlón? Es que la expresión en la cara de Soldat después de beber el brebaje amargo y pampeano es indescriptible. ¡Pobre! ¡Lo que hay que hacer para ganarse la vida!
Me piden que cuente sobre los pañuelos pintados en el suelo alrededor de la Pirámide de Mayo, sobre quién fue Perón para nosotros y un pudor (sí, es ésa, no hay otra palabra), un pudor "histórico" me invade. A pesar de él, procuro desandar el tiempo a partir de mi amor por ambas orillas y contar nuestras cosas de modo fiel a mi sentir.

11 AM: Estoy sola en el Cementerio de la Recoleta. El equipo ha quedado en el centro filmando imágenes de exteriores. Me siento orgullosa de este lugar de Buenos Aires y de sus esculturas y rincones. Me regodeo pensando en hacer lucir a la Reina del Plata a través de este lugar tan especial. Camino entre las bóvedas buscando la figura de Rufinita Cambaceres porque pienso que no se puede dejar de hablar de ella y de sus mágicas apariciones, como tampoco de Eva Duarte, que por aquí descansa…Todo en vano.
Llegan “los chicos” (para mí ya eran “los chicos”) y me anotician de que el director del cementerio ¡no permite filmaciones si no se ha hecho la solicitud por escrito con muchísma antelación! Propongo resolverlo “a la criolla”, o sea, entrando como turistas al lugar, mientras filmamos “de contrabando”, pero Morena, la productora del grupo, una argentina encantadora, me contiene y dice que iremos al parque Lezama a contar el origen de Buenos Aires…

1 PM: Mientras filmamos en medio de las estatuas donde Sábato situó a algunos de sus personajes de novela, vivimos una película dentro de otra. Esta Buenos Aires es la que decididamente me avergüenza…

Sentados en un banco, Soldat y yo conversamos sobre la historia de nuestra ciudad, sobre la curiosidad de que fuera fundada dos veces y sobre mi ya famosa sobrasada a la argentina, mientras un joven absolutamente desencajado amenaza con el vidrio roto de una botella de cerveza, pidiendo dinero, a Daniel, el sonidista madrileño; Enrique, el camarógrafo de Canarias y mi entrevistador no ven nada de lo que sucede a sus espaldas y continúan como si nada mientras a mí, la voz se me estrangula en la garganta procurando excavar en la hondura de mi mente en busca de la palabra justa para que la filmación no se interrumpa…¡Menudo momento! Finalmente, un asistente del equipo logra “convencer” al ladrón de que se retire y Morena busca un policía, mientras quien esto les narra clama por el retorno al cementerio a filmar entre los muertos que, seguramente, hubieran sido más tranquilos que los “vivos” de Parque Lezama.

3 PM: Almuerzo en el Bar Británico. No sé si “los chicos” a esta altura hubieran preferido quedarse solos, pero yo ya no quiero estar sin ellos. Y como me invitan, muy gentiles, a compartir su almuerzo, me siento, presurosa, no vaya a ser que se arrepientan...
Jóvenes, entusiastas, estos peregrinos de la tele conforman un equipo por demás agradable y fue una delicia conocerlos.
Desde Soldat, con su aire un tanto bohemio y desparpajado pero cálido e inteligente a la vez, hasta el pícaro Daniel y sus ojitos que ríen solos, pasando por Enrique, el simpático “canario”, y Morena, la muchacha rosarina de mirada nostálgica y delicada dulzura, a la que me encantaría volver a ver algún día, sin dejar de mencionar a Diego, chofer y ayudante bien porteño, todos y cada uno hacen lo imposible por hacerme sentir una más de ellos. Y eso, tan simple, convierte esas horas en una fiesta, una verdadera tregua en mi vida,

9 PM: Nos decimos adiós en San Juan y Boedo. En la Esquina Homero Manzi, más precisamente. Buenos Aires se despide de Balears Pel Món con un tango… ¡Mejor imposible!
Digo adiós, con ternura, a estos jóvenes viajeros que se ocupan de unir el mundo para contar en las islas cómo viven sus hijos dispersos por él. Ojalá el material que preparamos sea digno del cariño que siento por mi tierra y por mis raíces. Digno de esta Argentina tan bella y tan llena de contradicciones y de aquella Mallorca a la que mis abuelos y mis padres me enseñaron a vivir en paralelo.

¡Hasta siempre, Soldat! ¡Hasta siempre, “chicos”! ¡Muchas gracias! ¡Buena suerte, allá donde vayan!

Sepan que en Buenos Aires tienen una amiga que guardará en un rinconcito de su alma esas horas vividas junto a ustedes porque las considera, definitivamente, y parafraseando a la película homónima: “Algo para recordar”.

Cati Cobas

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